Nuevas denuncias judiciales a los verdugos de la fábrica de maquinaria de Vovchansk
“Del 5 al 20 de junio de 2022, durante la ocupación de la ciudad de Vovchansk, en la región de Járkiv, los sospechosos junto con otros representantes de las fuerzas armadas de Rusia, maltrataron a la población civil, — informa el Servicio de prensa de la Fiscalía. — Detuvieron arbitrariamente a una víctima en su propia casa y la llevaron al recinto de la fábrica de maquinaria de Vovchansk. Abusando de su poder sobre la víctima indefensa, durante el llamado convoy le hicieron presión psicológica. La apuntaron con un arma, la amenazaron con matarla disparándole cerca de la cabeza”.
Llevando a la víctima al tercer piso de la “cámara de tortura”, los sospechosos amenazaron con fusilar a la mujer y a su familia y con torturarla con la corriente eléctrica.
Después de eso, uno de los sospechosos golpeó a la víctima en la nuca, lo que la hizo caer al suelo y perder el conocimiento, según el informe.”
A juzgar por las denuncias judiciales y citaciones para interrogatorios publicados en el sitio web de la Fiscalía General, estamos hablando de Anton Politov y Zakhar Zubkov. El primero es ciudadano de la Federación Rusa que trabaja como “funcionario operativo superior del Departamento de lucha contra el tráfico ilícito de drogas del Ministerio del Interior” de la llamada “República Popular de Lugansk” (RPL). El segundo, Zubkov, es ciudadano de Ucrania, militante de la llamada “RPL” que custodia a los prisioneros detenidos ilegalmente en la fábrica de maquinaria.
El tal Politov ya recibió una denuncia judicial el verano pasado. Entonces fue por el incidente ocurrido en la noche del 5 de junio de 2022. Dos coches blancos, sin matrícula y marcados con “Z” en el capó, se acercaron a la casa de un residente civil de Vovchansk. Sin dar explicaciones, los ocupantes comenzaron a registrar la casa y pegaron una paliza al dueño. Lo golpearon con los pies y con la culata de una ametralladora. Después de eso, le pusieron una gorra en la cara y lo llevaron a la fábrica de maquinaria de Vovchansk, que los rusos habían convertido en una cámara de tortura. Allí golpearon al hombre con un palo de goma y lo torturaron con descargas eléctricas: todo para averiguar el paradero de un familiar suyo.
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Hace dos veranos hablamos mucho sobre la fábrica de maquinaria de Vovchansk. Durante el primer año de la guerra los ocupantes instalaron allí un auténtico campo de concentración. La fábrica, en la que antes había producción militar, se convirtió fácilmente en una cámara de tortura a gran escala: con su propio pozo de agua y un sistema de alcantarillado, con el territorio cercado con alambre de púas y con cámaras de video. Los locales de almacenes protegidos se convirtieron en celdas donde los rusos mantenían a los ucranianos secuestrados: ex militares, agentes del orden, familiares de militares actuales o veteranos del ejército y, más tarde, a todos aquellos a quienes no les agradaban los ocupantes. Hubo casos cuando secuestraban a civiles con el fin de recibir rescate o de quitarle su negocio.
“Se trata de edificios muy robustos, aislados con muros de hormigón armado. Algunos almacenes no tienen ventanas, solo las puertas de metal. Se utilizan como celdas de detención. Las oficinas son utilizadas para interrogatorios. También hay otros almacenes donde están los detenidos, explicó ya en 2022, Oleg Toporkov, vicedirector de la fábrica de maquinaria de Vovchansk.”
Este hombre, que había logrado escapar de milagro de la ocupación, contó a los periodistas que en la fábrica estaban presentes todo “tipo de ocupantes”: tanto los movilizados de las así llamadas Repúblicas populares de Donetsk (RPD) y Lugansk (RPL), así como sus milicias populares y agentes de seguridad, también estaba la Guardia rusa y los militares rusos. Por supuesto, todo está gestionado por los Servicios de Seguridad de Rusia. En su mayoría son ellos que hacen interrogatorios. Mientras que la gente de la RPD y RPL supervisa y hace el convoy.
“Mantenían ilegalmente a los detenidos en condiciones insalubres, les golpeaban con palos de goma, les arrancaban las uñas y los torturaban con descargas eléctricas. Además, los verdugos amenazaban a sus víctimas con la muerte, simulando sus ejecuciones al vendarles los ojos y al disparar con las armas de fuego cerca de sus cabezas. Así podían estar durante meses, algunos de los prisioneros estuvieron detenidos ilegalmente durante más de medio año. Las personas que soportaron estos horrores rasparon en las paredes los días de su cautiverio, las imágenes de íconos y escribieron oraciones, dice la policía.”
En la investigación del Grupo de derechos humanos de Járkiv, publicada el año pasado, se informa que en los territorios ocupados de la región de Járkiv, el ejército ruso creó una red interna y estructurada en dos niveles de lugares de detención ilegal y tortura de civiles: “En los lugares de detención del “primer nivel” el ejército ruso retuvo a civiles durante un tiempo relativamente corto después de la captura; en estos lugares se realizaron los “interrogatorios iniciales” acompañados de tortura. Sin embargo, según los testimonios de las víctimas, las decisiones principales sobre una detención prolongada e “interrogatorios” repetitivos o sobre su liberación del cautiverio” no se tomaban aquí. Todas las víctimas detenidas en estos lugares de privación de libertad ilegal, cuyos testimonios fueron recogidos y procesados por el Grupo, fueron posteriormente transportadas a lugares de detención de “segundo nivel”, donde ya se tomaba la decisión sobre su posterior mantenimiento en cautiverio o liberación.”
El Grupo de derechos humanos de Járkiv recogió los testimonios de civiles que fueron retenidos y torturados por los rusos en al menos 15 cámaras de tortura en los territorios temporalmente ocupados de la región de Járkiv. Y la fábrica de maquinaria de Vovchansk fue el lugar más masivo de privación ilegal de libertad y de tortura de civiles en esa región.
“La prohibición de la tortura, por su naturaleza jurídica, es absoluta y no puede ser derogada ni limitada bajo ninguna circunstancia. El carácter absoluto de esta prohibición indica que ninguna excepción a esta regla es admisible, — afirma el abogado del Grupo de derechos humanos de Járkiv, Vladyslav Dolznko. — Según las disposiciones del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, la tortura puede ser reconocida como un crimen de guerra (artículo 8) o un crimen de lesa humanidad (artículo 7).”