¿La historia se repite?

Argumentos a favor y en contra de establecer paralelismos entre los casos actuales de crímenes de guerra y el tribunal de Járkiv de 1943.
Kostyantyn Zadoya22 Enero 2024UA DE EN ES FR IT RU

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A mediados de diciembre de 2023 se cumplieron ochenta años del llamado tribunal de Járkiv, cuando el Tribunal Militar del 4º frente ucraniano condenó a muerte a los ciudadanos alemanes W. Langheld, H. Ritz, R. Retzlaff y al ciudadano soviético M. Bulanov.

Los acusados fueron declarados culpables de numerosas torturas y asesinatos de civiles y prisioneros de guerra en la región de Járkiv ocupada por los nazis. El tribunal de Járkiv ocupa un lugar importante en la serie de procesos organizados por las autoridades soviéticas durante y después de la Segunda Guerra Mundial en relación con las atrocidades cometidas en los territorios ocupados de la URSS o contra ciudadanos soviéticos fuera del territorio de la URSS. En particular, el tribunal fue el primer intento de llevar ante la justicia a los representantes del régimen nazi. Además, no se trata sólo del primer juicio en el territorio de la URSS, sino del primer juicio de este tipo en el mundo.

En marzo de 2022, el ex Ministro de Defensa de Ucrania, Oleksiy Reznikov, expresó la idea de que los procesos judiciales contra los ciudadanos rusos culpables de crímenes de guerra en el territorio de Ucrania deberían tener lugar en Járkiv en homenaje al tribunal de Járkiv de 1943. Sin embargo, no es muy oportuno trazar un paralelo simbólico entre los procesos actuales referentes a crímenes de guerra y el tribunal de Járkiv si analizamos este histórico tribunal en detalle.

En primer lugar, la calidad jurídica del proceso de Járkiv es extremadamente cuestionable si se aplican los estándares de la justicia penal actual. El proceso de Járkiv, por supuesto, no fue una arbitrariedad absoluta. Por ejemplo, fue un proceso abierto (en particular, en el tribunal estaban presentes los periodistas extranjeros) y los condenados disponían de los abogados defensores. Sin embargo, hay una serie de aspectos que hacen que este proceso sea inaceptable desde la perspectiva actual:

  • la base legal para condenar a los acusados en el tribunal de Járkiv fue el Decreto del Consejo Supremo de la URSS “Medidas de castigo para los criminales fascistas alemanes, culpables de asesinatos y torturas de la población civil soviética y de militares cautivos del Ejército Rojo, así como para espías, traidores de la patria entre los ciudadanos soviéticos y sus cómplices” de 19 de abril de 1943 (El Decreto de 19 de abril de 1943), que nunca fue oficialmente publicado;
  • el proceso duró del 15 al 18 de diciembre de 1943, es decir, transcurrió extremadamente rápido, y el mismo día 19 de diciembre se ejecutó la sentencia. Según el Decreto del 19 de abril de 1943, los condenados no tenían derecho a apelar el veredicto.

Para Ucrania, así como para cualquier otro estado parte del Convenio Europeo de Derechos Humanos de 1950, esta práctica resulta inaceptable, ya que contradice claramente los artículos 6 (Derecho a un proceso justo) y 7 (Sin una ley no puede haber un castigo) de este Convenio.

En segundo lugar, es difícil decir que el tribunal de Járkiv fue un juicio por crímenes de guerra en el sentido moderno del término. Según el Decreto del 19 de abril de 1943, los ciudadanos alemanes, italianos, rumanos, húngaros y finlandeses, así como sus colaboradores soviéticos, estaban sujetos a castigo por torturas y asesinatos de civiles y prisioneros de guerra soviéticos. Aplicando los conceptos del derecho internacional humanitario (DIH) moderno, el Decreto castigaba únicamente los delitos cometidos:

  • en el ámbito de un conflicto armado específico entre la URSS, por un lado, y Alemania, Italia, Rumania, Hungría y Finlandia, por el otro;
  • contra personas pertenecientes a la parte del conflicto armado que adoptó el Decreto (URSS);
  • por las personas que pertenecían al bando opuesto del conflicto armado (Alemania, Italia, Rumania, Hungría y Finlandia).

Sin embargo, el DIH moderno se basa en el principio de igualdad de las partes en un conflicto armado, que estipula que las normas del DIH se aplican por igual a todas las partes en cualquier conflicto armado. No obstante, las normas del derecho internacional contemporáneo, por ejemplo, el artículo 8(2) del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, caracterizan los crímenes de guerra independientemente del conflicto armado específico en el que se cometieron, e independientemente del lado a que pertenecen los acusados y las víctimas del conflicto armado. Además, actualmente los crímenes de guerra se entienden como crímenes que violan principalmente las normas del derecho internacional, y el Decreto del 19 de abril de 1943 con su énfasis en la afiliación de las víctimas a un solo lado del conflicto armado específico, y de los acusados del crimen al lado opuesto, refleja no tanto el carácter internacional, sino "nacional” de los procesos criminales mencionados en el Decreto.

En tercer lugar, ochenta años después, el tribunal de Járkiv se ve no como acto de justicia, sino como una herramienta de presión política de los dirigentes soviéticos contra sus aliados. El 30 de octubre de 1943, es decir, un mes y medio antes del inicio de este proceso, la Gran Bretaña, los Estados Unidos y la URSS anunciaron la Declaración de Moscú, que delineaba el marco legal para la responsabilidad de los ciudadanos de Alemania y sus aliados por las atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial. Según la Declaración, la responsabilidad de los principales criminales por sus crímenes se posponía para después de la guerra. Posteriormente, para solucionar esta cuestión se estableció el Tribunal de Núremberg en 1945. Respecto a los criminales de bajo rango, los participantes de la declaración expresaron la siguiente posición:

  • estas personas deberían comparecer ante los tribunales de los estados en cuyo territorio cometieron sus atrocidades;
  • los juicios se realizarían después del final de la guerra.

Así, al haber iniciado el proceso de Járkiv antes del final de la guerra, las autoridades soviéticas se desentendieron, deliberadamente, de estos acuerdos. Este hecho causó la preocupación de la Gran Bretaña y especialmente de los Estados Unidos debido a posibles acciones espejo del régimen nazi contra los prisioneros de guerra británicos y estadounidenses. Las autoridades alemanas realmente no reconocían ningún derecho a los prisioneros soviéticos, torturándolos y matándolos en masa, no obstante, su trato a los prisioneros estadounidenses y británicos fue en general mejor, aunque no siempre cumplió con las normas del DIH de la época. Por lo tanto, los procesos penales podrían empeorar significativamente la situación de los prisioneros británicos y estadounidenses.

Los gobiernos de la Gran Bretaña y los Estados Unidos estaban en una posición difícil, porque la crítica pública del proceso de Járkiv podría desequilibrar la unidad de los aliados, pero ignorar las acciones unilaterales de la URSS podría perjudicar la situación de los ciudadanos de estos estados que estaban en cautiverio. Finalmente, las autoridades soviéticas reaccionaron a las señales privadas recibidas de los aliados y, después de Járkiv, los posteriores tribunales contra militares alemanes se llevaron a cabo solamente en diciembre de 1945. Sin embargo, esta actitud parece no tanto una manifestación de buena voluntad como una concesión en la situación polémica creada artificialmente para lograr una posición negociadora más fuerte para otras cuestiones.

Sin duda alguna, el tribunal de Járkiv debe ser analizado en términos históricos, pero no vale la pena considerarlo como una referencia simbólica a los procesos judiciales actuales por crímenes de guerra.

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