Discurso de apertura de la IV Conferencia en memoria de Arseny Roginsky
Señoras y señores, queridos amigos:
Me complace dar la bienvenida a los participantes de la IV Conferencia en memoria de Arseny Roginsky, director de la Sociedad Internacional “Memorial” y mi querido amigo de hace mucho tiempo. Nos conocimos y nos hicimos amigos en julio de 1975. Arseny me cautivó de inmediato: un tipo inteligente, divertido, gracioso y sumamente encantador. Desprendía nobleza, talento y gran sentido del humor.
Pasamos toda nuestra vida e hicimos muchas cosas juntos. El almanaque “Memoria”, las primeras acciones del “Memorial”. Luego el colapso de la URSS, la creación del “Memorial Internacional”, reuniones constantes de la junta directiva. “Viejo, no puedo acostumbrarme al hecho de que tú y yo vivamos en países diferentes”, me solía decir Senya (*diminutivo de Arseny).
Hace más de seis años que no está con nosotros y cada año su ausencia se nota cada vez más. No paro de pensar: qué diría o haría en tal o cual situación.
En mayo del año pasado, los representantes de 15 organizaciones “Memorial” de 9 países registraron en Ginebra la Asociación Internacional “Memorial”, sucesora y heredera del “Memorial Internacional”, liquidado por el tribunal ruso, confirmando así que la memoria no puede ser borrada y que el “Memorial” continúa. Arseny, por supuesto, estaría muy contento con esto. Y hoy entre los participantes de la Conferencia hay muchos miembros de la nueva Asociación.
Podría recordar muchos detalles de nuestros casos, discusiones, éxitos y fracasos, pero solo mencionaré una cosa fundamental. Muchas veces hablábamos de cómo establecer una definición jurídica de los crímenes del régimen comunista de la URSS, pero nunca lo hemos conseguido, exceptuando Lituania, Letonia y Estonia. En mi opinión, la calificación jurídica de los crímenes del régimen dictatorial inhumano de la URSS fue y sigue siendo la principal tarea del “Memorial”.
Si tal definición se hubiera hecho a principios de los años 90, tal vez no habrían sucedido dos guerras chechenas, ni esa guerra de diez años para destruir la cultura y el estado ucraniano y a todos los que lo defienden y apoyan.
Las consecuencias de los crímenes del régimen comunista en la URSS son terribles. El genio de la poesía ucraniana Taras Shevchenko se refirió proféticamente a “los muertos, a los vivos y a los no nacidos”. Además de los millones que murieron de hambre y de represiones políticas y de los no nacidos, estos crímenes afectaron terriblemente a los sobrevivientes. Tuvieron un impacto negativo en la vida social y política de la población, infundiendo miedo a las autoridades. Estas trágicas secuelas siguen marcando la mentalidad de sus descendientes.
La sociedad postgenocidio de los países sobrevivientes al comunismo necesita tener una conciencia tranquila, liberarse de los complejos psicológicos y del miedo. Sin el reconocimiento público a nivel legislativo de los crímenes del régimen comunista esto no será posible. Es el deber moral de nuestros pueblos ante los muertos; es necesario para establecer la justicia histórica, fortalecer la resistencia mental de nuestros pueblos a la represión política, la violencia y la coerción estatal injustificada.
Me gustaría enfatizar que el Centro de investigación y educación del “Memorial” Internacional, dirigido por Arseny Roginsky, junto con los “Memorial” de otros países, recopiló una gran cantidad de información sobre los crímenes del régimen comunista y puede documentarlos. Se trata de la organización del Terror Rojo en 1918, las represiones masivas contra campesinos, la hambruna artificial en 1930-1933, de las operaciones del NKVD (*Comité nacional de asuntos internos) contra los “kulaks” y “nacionalistas”, listas de ejecuciones, el uso institucionalizado de la tortura, represiones contra familiares de los “traidores” de la Patria, el Pacto Ribbentrop-Molotov del 22 de agosto de 1939, la ejecución de oficiales polacos en la primavera de 1940, deportaciones masivas basadas en la clase social y origen étnico, y muchas otras.
Lo ocurrido en los últimos años ha demostrado que es necesario dar el paso siguiente: crear un Tribunal Internacional con un estatuto especial para la definición jurídica de los crímenes del régimen comunista de la URSS y de la Rusia postcomunista. Y creo que la nueva Asociación “Memorial” tiene un papel importante que desempeñar en esto.
Me gustaría agradecer a los organizadores de la IV Conferencia en memoria de Arseny Roginsky y desear un fantástico trabajo a sus participantes.