En la encrucijada
Cada uno de decenas de millones de ciudadanos ucranianos, sin importar dónde estémos, debemos comprender que nuestra victoria es imposible sin una participación personal activa y desinteresada en la lucha.
El año 2023 se convirtió para muchos ucranianos no sólo en un año de dolor, sino también de decepción. Se derrumbó la ilusión de una victoria rápida, en la que creían muchos ucranianos sin comprender la realidad en el campo de batalla. Una realidad sufrida, inhumana, sangrienta y sucia de una guerra que con su ruido destrozó esa ilusión; pero desaparecida la ilusión, muchos han perdido también la esperanza y la fe. Y sin las dos últimas no es posible sobrevivir.
Parece una fórmula de matemática superior, pero es muy sencilla. En el espacio-tiempo hemos partido del punto A, donde nunca volveremos. La tarea es llegar al punto B, que parece estar a nuestro alcance. Pero aquí se acaba la sencillez, porque las coordenadas del punto B no son estables: dependen del estado de ánimo del observador. Su fe y su esperanza acercan este punto; su desesperación lo aleja más allá del alcance. Sin entender esto, nos convertimos en meros juguetes de las noticias caprichosas. Y luego nos sentimos mal. Es el primer error, como dice el proverbio: “No te ilusiones y no te decepcionarás”.
En esa encrucijada, nuestras conclusiones dependen de suposiciones aparentemente “obvias”. Acuérdense de estas ideas odiosas: “Hay que admitir lo obvio: Rusia es muchísimo más fuerte que Ucrania, así que en una semana la conquistará”. ¡Cuántos expertos de renombre han caído en la trampa de tal “obviedad”! Después de la liberación de las regiones de Járkiv y Jersón, llegó el momento de la segunda “obviedad”: “El año que viene estaremos en Crimea”. Y de nuevo caímos en una trampa. Hoy los primeros recobran su voz: “¡Lo dijimos! Hay que ser realistas”. Bueno, una persona no puede vivir sin suposiciones. Sin embargo, cuando los acontecimientos repentinos dan lugar a suposiciones opuestas, queda claro: no es prudente confiar en ellas. De lo contrario, cometeremos otro error.
Los ucranianos cometen muchos errores así. Pero al comienzo del Año Nuevo nadie quiere hablar de errores, nos apetece creer en los milagros. Hoy es importante mirar nuestros problemas desde una perspectiva diferente. Para ver que nuestras debilidades actuales en ciertas circunstancias pueden convertirse en nuestras fortalezas.
Los ucranianos somos bastante criticados por nuestra desobediencia al poder de los superiores. Sin embargo, fue este rasgo que liberó la iniciativa de los comandantes de base en el frente. Es decir, sin convertirse en una oposición a los mandos superiores, esta iniciativa complementó la gestión de operaciones militares: gracias a esto el Ejército de Ucrania se hizo más fuerte.
A pesar del paternalismo residual, cuando una gran parte de la sociedad todavía responsabiliza de su destino a “los de arriba”, en Ucrania ha aparecido un eje social sano que muestra milagros de autogestión. Se trata, en particular, de representantes de la sociedad civil: organizaciones públicas, voluntarios, capellanes, empresarios abnegados, fabricantes de armas, rescatistas y médicos. Hoy, cuando el aire de la decepción ha vuelto a invadir las almas desesperadas, depende de la sociedad creativa y proactiva con qué rapidez y eficacia se encontrará una salida de los callejones sin salida. El potencial creativo de Ucrania es inagotable, pero hay que apoyarlo de todas las formas posibles. En cuanto a “los de arriba”, recordemos a Grygoriy Skovoroda: “La vida de un gobernante debe ser moderada, abnegada y sin excesos”.
A pesar del cinismo de la gente amoral y podrida, que construye su fortuna a costa de la desgracia y el dolor del próximo, hace tiempo que en Ucrania no había tanta gente proactiva y creyente en el poder salvador del espíritu humano como cuando surgió la necesidad de preservar nuestros valores y el estado ucraniano. Estás personas, inspiradas por las revoluciones de Maidán y el sacrificio de los voluntarios, dieron nuevo significado a conceptos como conciencia y honor, solidaridad y autosacrificio, libertad y derecho. Con esto cambiaron la imagen de Ucrania y se han convertido en un ejemplo para el resto del mundo.
Las comunidades pueden creer en su futuro brillante o sombrío. La sociedad ucraniana ha sufrido mucho y ha logrado mucho, pero no siempre está dispuesta a comprender que su futuro todavía no está determinado y se puede cambiar. O lo aceptamos o seguimos trabajando en ello. La fe sólida se basa en valores y entender estos valores es posible al pasar por luchas y pruebas.
Por eso tenemos que convertir nuestro dolor y decepción en nuestro punto fuerte. Aprender sus lecciones y madurar. Debemos entender que la guerra no es un espectáculo y nuestro ejército no es un equipo de fútbol. No somos espectadores en un partido de fútbol; cada uno de nosotros es una partícula de un elemento mayor que forma parte del cuerpo del ejército ucraniano. Si no estás en el ejército, ayuda al ejército en lo que puedas. Donando, haciendo voluntariado. Sin haber vivido una experiencia terrible es difícil comprender aquellos que la han vivido; pero aún así, podemos ser un solo cuerpo, cada partícula del cual contribuye al objetivo común: proteger nuestra tierra, nuestra libertad y nuestras vidas.
Sólo podremos sobrevivir a esta siniestra avalancha rusa si todo el pueblo resiste unido. Cada uno de nosotros, decenas de millones de ciudadanos ucranianos, dondequiera que estemos, debemos sentir y comprender que nuestra victoria es imposible sin una participación personal activa y desinteresada en esta lucha.
Miembros del Grupo “Primero de diciembre”:
Olga Aivazovska
Oleksandra Gnatiuk
Volodímir Yermolenko
Evgen Zakharov
Yosyf Zisels
Myroslav Marynovych
Oleksandra Matviychuk
Igor Yukhnovsky
Yaroslav Yatskiv