La bondad y la verdad deben saber defenderse: Conferencia Nobel de Ales Bialiatski

El Premio Nobel de la Paz, Ales Bialiatski, en su discurso pronunciado por Natalia Pinchuk en Oslo el 10 de diciembre de 2022.
30 Diciembre 2022UA DE EN ES FR IT RU

Наталія Пінчук, дружина Олеся Біляцького © Nobel Prize / YouTube Natalja Pintschuk, die Ehefrau von Ales Bialiatskij © Nobel Prize / YouTube Natallia Pinchuk, wife of Ales Bialiatski © Nobel Prize / YouTube Natalia Pinchuk, esposa de Ales Bialiatski © Nobel Prize / YouTube Natalia Pintchouk, épouse d’Ales Bialiatski © Nobel Prize / YouTube Наталья Пинчук, жена Алеся Беляцкого © Nobel Prize / YouTube

Natalia Pinchuk, esposa de Ales Bialiatski © Nobel Prize Outreach AB, Production: NRK

Sus Majestades, Sus Altezas Reales, distinguidos miembros del Comité Nobel, distinguidos invitados.

Siento gran emoción y honor de estar en la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz 2022. Entre los ganadores está mi esposo Ales Bialiatski.

Desafortunadamente, él no puede recibir el premio en persona. Está ilegalmente encarcelado en Bielorrusia. Por eso me veis a mí en el podio.

Quiero expresar mi profundo agradecimiento al Comité Noruego del Nobel: su decisión inspira a Ales a mantenerse firme en sus convicciones, dando a todos los bielorrusos la esperanza de contar con la solidaridad del mundo democrático en la lucha por sus derechos, independientemente de lo que dure esa lucha.

Agradezco a todos los que apoyaron a Ales, a sus amigos y su causa todos estos años y los que siguen apoyándolo.

De todo corazón me gustaría felicitar al Centro para las Libertades Civiles y a la Sociedad Internacional “Memorial” por el merecido premio. Ales y todos nosotros entendemos lo importante y arriesgado que resulta la misión de los defensores de derechos humanos, especialmente en el trágico momento de la agresión rusa contra Ucrania.

Ales no es el único encarcelado, también lo son miles de bielorrusos, hay decenas de miles que sufren represalias, encarcelados injustamente por sus convicciones y actividades cívicas. Cientos de miles se vieron obligados a abandonar el país solo porque querían vivir en un estado democrático. Desafortunadamente, en Bielorrusia la guerra del gobierno contra su propio pueblo, su idioma, su historia y los valores democráticos se lleva a cabo desde hace años. Lo digo con mucho dolor y cautela, porque los acontecimientos políticos y militares de hoy amenazan a Bielorrusia con la pérdida de su soberanía y su independencia.

Infelizmente, el gobierno prefiere interactuar con la sociedad empleando la fuerza: granadas, porras, pistolas paralizantes, constantes detenciones y torturas. Nada que ver con el entendimiento o diálogo nacional. Persiguen a jóvenes, a mujeres y hombres, a menores y ancianos. ¡El sistema inhumano reina en las cárceles bielorrusas, especialmente para aquellos que soñaban con ser libres!

No es casualidad que en esas circunstancias las autoridades detuvieron a Ales y a sus colaboradores del Centro de derechos humanos Viasna por sus convicciones democráticas y actividades de derechos humanos. Marfa Rabkova, Valentin Stefanovich, Vladimir Labkovich, Leonid Sudalenko, Andrei Chapyuk y otros activistas de derechos humanos fueron encarcelados.

Muchos defensores de derechos humanos siguen siendo investigados y enfrentan cargos judiciales, algunos se han visto obligados a emigrar al extranjero.

¡Pero el Centro de derechos humanos Viasna-96, creado hace más de veinticinco años por Ales y sus colaboradores, no se va a quebrantar o detener!

Ales no pudo pasarme el texto del discurso desde la prisión, apenas consiguió decirme unas palabras. Por lo tanto, compartiré con ustedes sus pensamientos, tanto estos como los de antes. Aquí tengo extractos de sus anteriores declaraciones, ensayos y reflexiones. Son sus reflexiones sobre el pasado y el futuro de Bielorrusia, sobre los derechos humanos, sobre el destino de la paz y libertad.

Y ahora le paso la palabra a Ales.

Resulta que las personas que más valoran la libertad a menudo son privadas de la misma. Recuerdo a mis amigos, activistas de derechos humanos de Cuba, de Azerbaiyán, de Uzbekistán, recuerdo a mi hermana espiritual Nasrin Sotoudeh de Irán. Admiro al cardenal Joseph Zen de Hong Kong. Miles de personas en Bielorrusia están encarceladas por motivos políticos, y todos ellos son mis hermanos y hermanas. Nada puede parar el ansia de libertad de las personas.

Hoy, toda Bielorrusia está encarcelada. Se priva de libertad a periodistas, politólogos, líderes sindicales, entre ellos, muchos de mis amigos y conocidos... Los tribunales se han convertido en una máquina punitiva, los convictos se meten en prisiones y en su lugar aparecen nuevas oleadas de presos políticos...

Este premio es de todos mis amigos defensores de derechos humanos, de todos los activistas civiles, de decenas de miles de bielorrusos que han sufrido agresión, torturas, detenciones y prisiones.

Este premio pertenece a millones de ciudadanos de Bielorrusia que salieron en defensa de sus derechos civiles, ya que arroja luz a su dramática situación y la lucha del país por los derechos humanos.

Hace poco he tenido un breve diálogo:

— ¿Cuándo te dejan libre? — me preguntaron.

— Soy libre en el alma, — respondí.

Mi alma libre vuela por encima de la mazmorra y de la hoja de arce representando el contorno de Bielorrusia.

Miro dentro de mí y mis ideales no han cambiado, no han perdido su valor, no han desvanecido. Siempre están conmigo y los protejo lo mejor que puedo. Parecen hechos de oro, no se oxigenan.

Queremos construir nuestra sociedad más armónica, justa y sensible a las necesidades de nuestros hijos e hijas. Construir una Bielorrusia independiente y democrática, libre de influencia extranjera. Soñamos con un país lleno de cariño, atractivo para vivir.

Es una idea noble, solidaria con las ideas globales sobre la civilización. No soñamos con algo especial o extraordinario, solo queremos “ser personas”, como decía nuestro clásico Yanka Kupala. Se trata de respeto por uno mismo y por los demás, de derechos humanos, de una vida democrática, del reconocimiento del idioma bielorruso y nuestra historia.

Desde siempre fui muy crítico con la realidad soviética. Entre otras cosas, me encontré con restricciones del uso del idioma bielorruso, con la política de desbielorrusización que se llevaba a cabo entonces y sigue ahora. La antigua dependencia colonial de Bielorrusia es una realidad eterna. Y, en consecuencia, sigue la amenaza para la existencia de los bielorrusos como nación y pueblo.

Sería un grave error separar los derechos humanos de los valores personales y la independencia. He estado involucrado en el movimiento clandestino independentista desde 1982, desde que tenía 20 años. Marcando el objetivo de una Bielorrusia independiente y democrática, donde se respetarían los derechos humanos. No puede haber Bielorrusia sin democracia, y no hay derechos humanos sin una Bielorrusia independiente. Y la sociedad civil debe tener tal nivel de independencia que garantice la seguridad de una persona ante la opresión del poder estatal.

Tengo fe porque sé que al terminar la noche llegará la mañana y la luz. Sé que lo que nos impulsa adelante es la esperanza y los sueños.

Martin Luther King pagó su sueño con su vida, lo mataron a tiros. Mi sueño cuesta menos, pero también acarrea secuelas terribles. Para nada me arrepiento. Después de todo, mi sueño vale todo el sacrificio personal. Mis ideales resuenan con los ideales de mis amigos y mentores espirituales: el checo Václav Havel y el bielorruso Vasil Bykov. Ambos superaron pruebas difíciles de la vida, ambos sacaron adelante sus pueblos y sus culturas, luchando por la democracia y los derechos humanos hasta el último minuto de sus vidas.

Es imposible recoger una buena cosecha en un campo vacío. Hay que abonar bien el campo, remover las piedras... Lo que quedó de Bielorrusia después de 70 años de gobierno comunista se puede llamar tierra quemada...

A finales de la década de 1980 nos conocíamos las caras literalmente... Pero a principios de la década de 1990 ya éramos miles y decenas de miles de personas...

El 9 de agosto de 2020 se celebraron elecciones presidenciales en Bielorrusia. Las falsificaciones masivas obligaron a la gente a salir a la calle. El bien y el mal se enfrentaron. El mal estaba bien armado. Y la parte del bien estaba representada por cientos de miles de personas que protestaban pacíficamente en todo el país, cosa antes inédita.

En respuesta, las autoridades pusieron en marcha el mecanismo represivo de torturas y asesinatos: Roman Bondarenko, Vitold Ashurak y muchos otros se convirtieron en sus víctimas.

Este tipo de represiones son de una crueldad inimaginable. Las personas son sometidas a terribles torturas y sufrimientos impensables.

Las celdas y cárceles, donde retienen a la gente durante meses y años, recuerdan más a los baños públicos soviéticos. Soy contrario al hecho de encarcelar a las mujeres, pero su condena en Bielorrusia es inimaginable, es la filial del infierno en la tierra.

Las declaraciones de Lukashenko confirman que sus fuerzas de seguridad tienen carta blanca para detener a la gente amenazando e infundiendo miedo.

Pero los ciudadanos de Bielorrusia exigen justicia. Exigen que se castigue a quienes cometieron los crímenes masivos. Exigen las elecciones libres. Bielorrusia y la sociedad bielorrusa nunca volverán a ser las mismas, cuando estaban atadas de pies y manos. La gente se despertó...

Ahora la lucha permanente entre el bien y el mal se ha desplegado casi en toda la región, en su forma más pura. El viento frío del este chocó con la calidez del renacimiento europeo.

No basta con ser educado y demócrata, no basta con ser humano y misericordioso. Debemos ser capaces de defender nuestros logros y nuestra patria. En la Edad Media el concepto de la patria estaba vinculado con el concepto de la libertad.

Sé perfectamente qué tipo de Ucrania le conviene a Rusia y a Putin: una dictadura dependiente. Es la Bielorrusia de hoy, donde no se escucha la voz del pueblo oprimido.

Bases militares rusas, enorme dependencia económica, rusificación cultural y lingüística: es la realidad aceptada por Lukashenko. Las autoridades bielorrusas son independientes solo en la medida en que se lo permite Putin. Por eso, es necesario luchar contra la “dictadura internacionalizada”.

Soy activista de derechos humanos y, por lo tanto, soy partidario de la resistencia no violenta. No soy agresivo por naturaleza, siempre trato de comportarme correctamente. Sin embargo, reconozco que el bien y la verdad deben ser defendidos.

Mantengo, como puedo, la paz en mi alma, la cultivo como una flor delicada, ahuyento la ira. Y rezo para que la realidad no me obligue a desenterrar un hacha enterrada durante mucho tiempo y a defender la verdad con un hacha en mis manos. Que permanezca la paz en mi alma.

Y el 10 de diciembre quiero repetir para todos: “¡No tengáis miedo!” Estas son las palabras pronunciadas por el Papa Juan Pablo II en la década de 1980 cuando llegó a la Polonia comunista. Luego no dijo nada más, pero fue suficiente. Tengo fe porque sé que después del invierno siempre llega la primavera.

Son citas de Ales Bialiatski. Y para concluir mi discurso usaré las exclamaciones de su alma:

¡Libertad para el pueblo bielorruso! ¡Libertad para Viasna! ¡Viva Bielorrusia!


Vídeo de la ceremonia del Premio Nobel de la Paz 2022

© The Nobel Foundation 2022

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