‘Teníamos miedo de quedarnos mutilados’, dice una vecina de la aldea de Moschun en el porche de su casa destruida
Mi nombre es Svitlana Golovata. Vivo en la aldea de Moschun en la calle Lisna. Antes de la guerra trabajé en el supermercado “Fora”. Ahora, por supuesto, nadie trabaja allí. El “Fora” fue destruido, así que por ahora nos quedamos sin trabajo.
¿Se imaginaba una guerra a gran escala?
¡No! No la esperaba. Organicé los documentos por si acaso, pero siempre los guardo en una carpeta. No habíamos preparado nada más. Nada, porque simplemente no nos lo creíamos. El veinticuatro de febrero nos fuimos tranquilamente a trabajar. A las tres nos dijeron que cerráramos. Mi marido vino a recogerme. Pero el veinticinco también fui a trabajar. Dije que había que dar de comer a la gente. Pero el “Fora” nunca se abrió. Salimos corriendo de allí, por decir así. Porque ya empezaron los bombardeos. Empezaron a bombardear el puente y después de eso nos quedamos en casa.
¿Cómo fue el primer día de la invasión rusa?
El primer día lo pasé trabajando. Mi esposo no paraba de llamarme hablando de los helicópteros que veía pasar por encima. Luego vimos que el aeródromo de Gostomel había sido bombardeado. Había de todo: vimos aviones y helicópteros. Todavía no llegaron a atacarnos. Bombardearon el aérodromo de Gostomel.
¿No pensó en huir?
¡No! Pensamos que pasarían por delante o se retirarían. No habíamos pensado en salir en general. Yo tampoco quería irme el día dos. Tenemos una abuela y un hijo a nuestro cargo, por eso salí. Al principio, estaba en contra de salir.
¿Qué le impulsó a salir?
El hecho de tener a mi cargo a una persona mayor, estaba preocupada por ella. Y para ser honesta, cuando había fuertes bombardeos, daba mas miedo quedarte mutilado que morir. ¿Qué hacer si te quedas sin piernas? Fue esto lo que me horrorizaba.
¿Dónde se escondían durante los bombardeos?
En el sótano. Al final aprendimos a distinguir en qué dirección iban los ataques. Si salían de nuestro lado, entonces sabíamos que luego irían ellos a por los nuestros, así que bajábamos al sótano con la abuela y el hijo. Vivíamos aquí los cuatro. Yo, mi marido, su madre y nuestro hijo.
¿Cómo era su casa?
La casa tenía dos salidas. De unos ciento veinte metros cuadrados. Teníamos dos cuartos, una cocina, un baño y un pasillo. En la otra mitad vivía nuestro hijo. También tenía dos cuartos, una cocina y un gran pasillo. Planeamos construir una planta más para él. La casa tenía probablemente cuarenta años, la empezaron a construir mis suegros. Luego le añadieron una parte nueva con una salida separada para nosotros. Vivimos juntos durante veinticinco años, a lo largo de todos estos años íbamos construyendo algo en la casa. Aquí construímos un garaje y una cocina de verano.
¿Cuándo ocurrió la primera destrucción en su pueblo?
La primera destrucción ocurrió en la huerta de nuestro vecino. Un proyectil llegó directo a su casa. Que se encendió enseguida. Ni siquiera apagaron el fuego, aunque había bomberos. También cayó uno en nuestra casa, pero, gracias a Dios, no explotó. Todos estábamos dentro de la casa en aquel momento. La abuela estaba en su cama y nosotros nos tumbamos en el suelo del cuarto. Yo estaba preparando la cena y les dije que no iría al sótano. Bueno, nos quedamos. La abuela estaba durmiendo en ese momento, tiene ya ochenta años. No queríamos molestarla y decidimos quedarnos en el mismo cuarto. Nos salvamos por milagro, no sé cómo. Si hubiera explotado, no sé... Estábamos todos en el mismo cuarto.
¿Adónde impactó?
Debajo de la casa. El proyectil no destrozó la tubería de gas, impactó cerca del contador de gas. Ocurrió el día veintisiete. El proyectil simplemente no explotó y se quedó atascado. Al principio nos preocupamos. Pasábamos delante de él porque se cayó encima de los cables: nos quedamos sin luz, usabamos el generador de los vecinos para al menos cargar el teléfono. No encendimos nuestro generador porque teníamos miedo. El proyectil estaba justo sobre los cables. Caminamos mirándolo. Bueno, si no explotó, pues no explotó.
¿Después de eso se quedaron a dormir en casa?
¡Por supuesto! Yo dije que no pasaría las noches en el sótano. Bajábamos allí sólo durante el día. Todas las mañanas nos levantábamos, salíamos al patio y hablábamos. Nadie hacía nada porque no sabíamos qué hacer. No sabíamos nada. Vivíamos como podíamos. Yo cocinaba para todos.
¿Cuándo decidieron salir y por qué?
El día dos fui a casa de mi hermana a recoger los documentos de mi sobrina que dejó allí sus papeles. Apareció mi marido corriendo y me dijo: “¡Nos vamos!” Le digo: “¿Cómo así? ¡No nos vamos a ningún lugar!” Y él dice: “Sí, nos iremos porque dijeron que hay que salir”. Gracias a Dios teníamos un coche. Lo que nos quedaba era nuestro coche, salimos en él. Tenía el depósito lleno.
Primero, fuimos a la región de Poltava a visitar a mi padre. Éramos cinco, nos llevamos a un vecino, porque se quedó solo y no tenía medios para salir. Y nos quedamos cinco personas en una habitación durante dos meses.
Para ser honesta, solo me iba por dos o tres días, no más, y todavía estaba preocupada de que el congelador se descongelara por completo. No planeé salir por mucho tiempo. Pero luego las operaciones militares se volvieron muy intensas y cercanas. Durante los días siete y ocho, los voluntarios iban evacuando a los últimos vecinos que no podían salir por su cuenta. Que vivían en sus propios sótanos. No teníamos conexión y era imposible llamar a alguien. Ya sabíamos que no podíamos regresar porque continuaban las hostilidades.
¿Cuándo se enteró de que su casa fue destruida?
Me lo dijo un chico que vivía con nosotros. Se las arregló para llegar hasta nuestra casa a pie y me dijo: “Tía Svitlana, lo siento, pero su casa ya no está allí”. Me dijo esto el diez de marzo. Y la destruyeron el siete o el ocho de marzo, pero no quiso fastidiarme la fiesta del 8 de marzo. Por eso no me lo dijo antes.
¿Cuándo decidieron volver?
Esperamos hasta el nueve de mayo. Queríamos volver mucho antes, pero esperamos. Llegamos el día diez. Todos los que habían llegado antes iban haciendo fotos de nuestra casa y nos las enviaban. Por lo tanto, ya estábamos preparados. La casa quedó completamente destruida. Daba la impresión que esta casa nunca fuera terminada, ni amueblada. Se quemó todo. Lo único que quedó fue la nevera, el lavavajillas y la caldera.
Se quemó todo: camas, armarios, muebles de madera, incluso la televisión. Parece que nunca ha habido nada aquí. Se quemó por completo la cocina de verano y el garaje.
En general, al volver, esperábamos que nuestra cocina de verano estuviera allí. Estaba completamente acondicionada y se podía vivir allí. Y también mi peluquería, que no llegué a inaugurar. Hemos pensado en hacer dos habitaciones contiguas. También seguimos pensando hacerlo ahora, si nos dan algo de ayuda. Porque no es posible hacerlo por nuestra cuenta: todos estamos sin trabajo. Mi supermercado “Fora” no tiene planes de abrir ahora mismo. Mi marido tampoco tiene trabajo. Así estamos.
¿Los ocupantes pasaron por su aldea?
Lo más probable es que vivieran aquí. Entraron en casa de un hombre que se quedó aquí. Creo que se escondían en los sótanos de las casas destruidas. Por nuestro sótano no ha pasado nadie. Se conservó todo: tanto las patatas como las conservas, todo estaba intacto. Tal vez porque todavía había otras casas cerca. Y más adelante, entre las casas destruidas, nos enseñaron que en los sótanos había comida y agua. Era obvio que alguien había vivido o se había escondido allí, y no eran los nuestros.
¿Dónde viven ahora?
Ahora vivimos en casa de mi hermana. Ella trabaja en el extranjero. Vivo cerca en su casa, en Moschun. Mi sobrina se fue a Ivano-Frankivsk y se quedó allí trabajando: vive en un apartamento alquilado. Somos tres hermanas. Es decir, mañana vendrá mi otra hermana, su casa también fue completamente destruida. Por tanto, viviremos juntos. Al menos nosotros tenemos algo, pero ellos se quedaron sin nada.
¿Qué planes tienen para el futuro?
Reconstruirlo todo. Primero, reconstruiremos la cocina de verano con el garaje. Y nos mudaremos. Somos familia, por supuesto, pero quiero vivir por separado, en mi propia casa. Por lo tanto, vamos a reconstruirlo todo.
¿Ha cambiado su actitud hacia los rusos?
¡Totalmente! Primero, por la guerra. Luego, no entiendo si realmente son zombificados o es que no entienden lo que está pasando en nuestro país. No lo entienden, no nos apoyan. Mi actitud hacia los rusos ahora es muy negativa. ¡No quiero verlos, ni oírlos!