A un paso de la muerte: historia del voluntario Maksym Veiner
Desde el inicio de la invasión vivo principalmente en Zaporizhia. La mayoría de los habitantes de los territorios ocupados pasaron por Zaporizhia, especialmente los de Mariupol. Así que me ofrecí como voluntario en el centro por donde pasaban todos. Allí estaba organizada la acogida, la coordinación y la ayuda a la gente. A menudo colaboré con extranjeros. En otoño hasta hice una mini gira de voluntariado. Cooperamos mucho entre Kiev, Lviv y Odesa. Yo era el coordinador, monté muchas cosas.
Uno de mis conocidos está con su equipo de voluntarios en Kramatorsk: se ocupan de evacuaciones de los civiles, llevan la ayuda, las cosas básicas. Después del Año Nuevo, me dijo que vendría un equipo de Global Outreach Doctors, una ONG estadounidense que se ocupa de asistencia y evacuaciones médicas. Tanto de los militares como de los civiles. Dijeron que necesitarían tanto a un coordinador como a un traductor. Porque en organizaciones tan pequeñas, todos hacen de todo. Hice un curso de formación médica básica. Así empezamos a hacer evacuaciones médicas, ayudando a militares y coordinándonos con médicos militares. Se trataba del área de Bajmút, quedaba el tema de Soledar todavía sin resolver.
La situación era muy complicada, teníamos una ambulancia. En realidad, dos ambulancias: modernas, bastante buenas. Británicas, si no me equivoco. Íbamos por las localidades vecinas: tanto para ofrecer asistencia médica como para ver qué pasaba allí.
Siversk nos causó una impresión fuerte cuando estuvimos allí. Ya no queda nada, pero la gente sigue viviendo, incluso ahora, que yo sepa.
Encontramos un hospital con el personal que se quedó allí. En muy malas condiciones. Allí se quedaron el director del hospital, su adjunto, un médico, una enfermera y cuatro empleados másl. En condiciones muy complicadas. Sin nada, sin electricidad. Tenían un generador funcionando, decidimos llevarles combustible todos los días para que sigan con el generador, también conseguimos traer algunas medicinas, en general, son gente heroica. Estar allí casi sin apoyo del Ministerio de Salud. Quedaron abandonados a su suerte. Realmente no conozco los detalles, tal vez deberían haberse evacuado, no lo sé. Pero seguían trabajando, atendiendo a gente mayor, a alguien que había dado a luz recientemente.
En general, cuanto más cerca de la línea del frente, peor. Había una aldea donde constantemente pasaba algo, se quedó la gente allí y había un flujo constante de personas, pero de repente algo sucedió, un armagedón y comenzaron a huir todos de allí. La aldea se llama Paraskoviivka. Incluso recogimos dos veces a civiles que caminaban por la carretera desde Paraskoviivka en dirección a Kramatorsk o a algún otro lugar. Una vez encontramos a una familia en bicicletas, cuatro personas. Les dijimos: “¡Paren! Os llevaremos nosotros.” En Slaviansk había un refugio. En el Hospital número uno. Les llevamos, les registramos, comprobamos que todo estuviera correcto. Después, otro hombre que caminaba de noche. Un proyectil recién impactó en su casa y él quedó herido, no muy grave, pero en fin, decidió salir caminando y lo recogimos.
No todo nuestro equipo trabajaba en Bajmút, tan sólo cuatro personas. Estaba Peter, yo y se nos unió un chico, Roma, unas semanas más tarde. Y luego una chica, una paramédica estadounidense, Ray. Se nos juntó otro amigo: un australiano, el conductor. Los cinco nos fuimos a Bajmút a ver qué pasaba. Para intentar instalar algún tipo de infraestructura médica, porque allí no había absolutamente nada para los civiles. Si eres un civil y algo te sucede en Bajmút, lo único con que puedes contar es que alguien te evacúe y ya está. Los militares a menudo no pueden hacerlo por diversas razones. Puede que cerca de aquel lugar simplemente no haya nadie y nadie sabe que algo te ha pasado. Por eso queríamos ayudar de alguna manera.
Estábamos en uno de los Puntos Invictos que aún existían. Había cinco en total. Ahora no sé cuántos hay. Éste estaba cerca del terminal de autobuses de Bajmút. Estábamos allí hablando, resolviendo algún tema nuestro, de repente entró corriendo un militar ucraniano y dijo que hubo un bombardeo cerca y que había civiles heridos. Pidió mandar a algún médico para ayudar. Fuimos para allá, había tres personas de otro equipo de médicos extranjeros que iban por su cuenta también: dos noruegos y un estonio. Nosotros íbamos en dos autos, en uno — Pete, Ray y yo, y en el otro, una minivan, iba Roma con un australiano. Llegamos al lugar del bombardeo. Una mujer mayor, de unos setenta años, estaba tirada en la acera cerca de la carretera. Estaba sangrando. A su lado estaba sentado un hombre civil, de unos cincuenta años. Él parecía estar menos herido y trataba de ayudarla.
El australiano aparcó su minivan un poco más lejos. Nosotros estacionamos muy cerca de ella. Nuestro coche era un Mercedes Vito. El estonio dejó a los noruegos y fue a volver a aparcar en otro lugar, porque los coches no deben estar aparcados todos en el mismo sitio. Por cierto, cuando pasaba por allí, su vídeo grabó varias imágenes: el momento del impactó del misil. Salimos todos del coche, los médicos, Pete, Ray y alguien más. Los noruegos acudieron inmediatamente a ayudar a la mujer. Ya había cuatro o cinco personas cerca de ella. Mi participación no fue necesaria, me quedé un poco más lejos observando lo que estaba pasando.
Y un segundo más tarde fue cuando sucedió todo: voló un misil hacia nosotros. No fue un mortero, fue un misil Kornet. Misil guiado antitanque ruso.
Acertó directamente en nuestro Mercedes. Fue esta explosión que causó todos los daños y mató a Pete. No lo entendí en aquel momento, luego me dijeron que también se nos cayó encima una docena de minas de mortero. Así fue.
Me quedé en blanco durante medio segundo. Ni siquiera me caí, estaba medio doblado. Recuperé el sentido y me di cuenta de que había sucedido algo malo. Inmediatamente comprendí que algo pasaba con mi pierna, estaba sangrando. También sangraba el hombro y la cara. Me sentía muy raro. Comencé a procesar la información de lo que estaba sucediendo. Entendí lo que nos había pasado. A lo lejos estaba el australiano, ileso, cerca de nuestra otra minivan. Noté que alguien había muerto, fue Pete. También murió el hombre civil, lo supe más tarde. Vi que Roma estaba vivo y se acercaba. Ray también estaba viva, haciendo señas para que nos juntaramos, nuestro objetivo fue sacar de allí a todos los vivos. Todos se metieron al coche. Le pregunté a Roma qué le pasó a Pete y me confirmó que había muerto.
Salimos de Bajmút, pasamos un primer puesto de control en la entrada. Desde allí nos escoltaron hasta una de las brigadas, que tenía su base cerca. Allí nos hicieron primeros auxilios. Lo interesante es que cinco días antes de este incidente, Pete y yo habíamos estado allí de visita por cuestiones de coordinación. Nos auxiliaron e inmediatamente nos llevaron a Kramatorsk, donde nos hicieron manipulaciones quirúrgicas y al día siguiente nos llevaron a Dnipro. Fue el dos de febrero cuando sucedió. El día cuatro ya estaba en el Dnipro.
Disculpe, ¿consiguieron recuperar el cuerpo de Pete?
Sí, lo recogieron después.
¿Más tarde o enseguida?
Quizás el mismo día, por la noche. Cuando se calmó todo.
Con el impacto del misil, el coche se incendió, no era nada agradable. Recogieron el cuerpo, vino su esposa, Alex. Nos conocimos durante su viaje desde Kramatorsk a Kiev, acompañando el cuerpo de Pete para cremarlo, esa fue su voluntad. Pasaron por Dnipro, nos conocimos y hablamos. Después fueron a Kiev, incineraron el cuerpo y luego volvieron con las cenizas a América.
Nadie viene a Ucrania por dinero, porque aquí no hay dinero. Ganan mucho más en su casa, haciendo cualquier trabajo. Hablé personalmente con ellos, en su mayoría son gente motivada.
Se preocupan por lo que está pasando, sienten que pueden ayudar. Por eso vienen: mucha gente muere, hay pérdidas muy grandes. Tanto del personal militar, como de los voluntarios de ONGs. Especialmente entre los que trabajan en Donbas, etc.
¿Cómo fue su tratamiento médico, tengo entendido que todavía continúa?
Sí. Mi herida más grave fue la del muslo izquierdo, atravesado por la metralla. Una lesión grande y se fracturó el fémur pequeño. Pero no es tan terrible. El hueso se recupera bastante rápido. Mi herida todavía está cicatrizando, pero va bien. Más o menos bien. Es sólo una herida grande. También tengo otras, así llamadas heridas “ciegas” en la pierna izquierda y el hombro derecho. Todos los huesos están intactos, sólo falta un trozo de carne. Ya se curará esto también. Tengo un barotrauma en el oído derecho: en la membrana timpánica hay muchas grietas debido al choque acústico. Ayer mismo me operaron, cerrándolas.
¿Tiene algún problema de audición ahora?
Tengo ruido en los oídos, pero estoy recién operado. Dentro de un mes se normalizará, se curará. Todo estará bien.
¿Qué planes para el futuro tiene?
Probablemente, continuaré. De hecho, mis compañeros me llaman, ven para aca, pero ya veremos.
¿Nunca ha pensado que estuvo a un paso de la muerte?
Sí, a un paso de la muerte, literalmente. Con tanta probabilidad de morir.
¿No ha pensado en dejarlo?
Dejarlo por completo, no. No obstante, hay muchas formas de ayudar a la causa y a la sociedad ucraniana, no una sola. Es cierto al 100%. Incluso ahora, la traducción o la coordinación se hacen a través mía, con un móvil y un portátil. Ya no necesito estar en ningún lugar físicamente. Pero ya veremos.