¿Se podría considerar genocidio el secuestro de niños ucranianos y su deportación a Rusia?
El lunes 13 de marzo aconteció algo muy importante: la Corte Penal Internacional anunció que se habían iniciado dos investigaciones contra Rusia: el secuestro de los niños ucranianos y los ataques rusos deliberados a la infraestructura civil ucraniana. El viernes 17 de marzo, la CPI emitió la órden de arresto contra el Presidente ruso, Vladimir Putin, y contra la Comisionada rusa para los derechos del niño, Maria Lvova-Belova, por el caso de la deportación ilegal de niños ucranianos.
El otoño pasado, el Grupo de derechos humanos de Járkiv creó un equipo de trabajo que comenzó sus actividades para corroborar el delito de genocidio en Mariupol. Una parte de los argumentos y pruebas estaba dedicada a la deportación forzada de niños ucranianos de Mariupol. Actualmente, se planea pasar los materiales acumulados a la CPI, donde se está considerando el secuestro de niños de toda Ucrania. Según nuestra opinión, existen razones irrefutables para creer que se trata del delito de genocidio contra el pueblo ucraniano.
En primer lugar, сabe decir que las acciones de Rusia violan las disposiciones del Cuarto Convenio de Ginebra (Protección de Personas Civiles en Tiempo de Guerra). El art. 50 establece que la potencia ocupante debe tomar todas las medidas necesarias para facilitar la identificación de niños y el registro de sus vínculos familiares. No puede, en ningún caso, modificar su estatuto personal, ni alistarlos en formaciones u organizaciones bajo su control.
Sin embargo, las acciones de la Federación Rusa en relación con los niños ucranianos contienen indicios de otro crimen, el más grave, según el derecho internacional, el genocidio.
La Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio de 1948 reconoce como genocidio cinco acciones (independientes) cometidas contra un grupo nacional, étnico, racial o religioso específico con el objetivo de su destrucción total o parcial. Uno de esos actos es el traslado por fuerza de niños de un grupo a otro (art. 2e de la Convención).
Una disposición similar está consagrada en el párrafo “e” del artículo 6 del Estatuto de Roma de la CPI, precisamente aquella, según la cual los líderes políticos rusos pueden recibir sus sentencias.
Aunque el genocidio se asocia, en primer lugar, con matanzas (exterminio físico), la transferencia de niños se incluyó en los actos de genocidio por una razón. Los que elaboraron la Convención, al fijar este punto, partieron del presupuesto de que un grupo puede ser destruído incluso si sus miembros continúan viviendo sin sufrir daños físicos. Transferir por fuerza a niños a un grupo donde se les proporcionará una educación diferente a la de su propio grupo, y donde tendrán nuevas costumbres, una nueva religión y probablemente un nuevo idioma, en la práctica corresponde a la destrucción del grupo cuya futuro depende de una generación de niños desplazados por fuerza.
Durante el año de la guerra, los rusos pudieron construir un cierto sistema para el secuestro de niños ucranianos. De forma simplificada, sus acciones se pueden describir de la siguiente manera:
- Traslado de los niños ucranianos de los territorios ocupados a Rusia.
- Colocación de los niños en los centros de detención temporal (pueden ser sanatorios, orfanatos, campamentos infantiles).
- Emisión simplificada de la ciudadanía rusa a los niños ucranianos.
- Su adopción por las familias rusas.
Es difícil establecer el número exacto de niños ucranianos deportados, ya que, por razones obvias, se ha perdido la conexión con muchos de ellos. En el momento de la publicación de este artículo, el portal ucraniano “Niños de la guerra” contiene información sobre al menos 16.000 niños ucranianos deportados. Sin embargo, apenas son aquellos niños, sobre los cuales se pudo encontrar información. El número real, en nuestra opinión, es mucho mayor.
En algunos casos, los niños son separados de sus padres durante los llamados procedimientos de filtración. Un ejemplo es la historia del niño ucraniano Olexander Radchuk de Mariupol. En marzo de 2022, los militares rusos trasladaron a Olexander, de 12 años, y a su madre Snezhana fuera de Mariupol. A la madre la detuvieron durante los controles y la llevaron al campo de filtración. Fue cuando Olexander vio a su madre por última vez. Los rusos no permitieron que el niño llamara a sus familiares y le dijeron que sería adoptado por una nueva familia en Rusia. Sin embargo, el niño milagrosamente logró contactar a su abuela y evitar la deportación. Según su abuela, los representantes rusos de la protección social intentaron disuadirla de intentar devolver a su nieto. Dijeron que no sería fácil: tendría que reunir muchos documentos y pasar por trámites burocráticos.
Recientemente, la Escuela de salud pública de Yale publicó un extenso estudio sobre los lugares de detención temporal de niños. Se pudo establecer que en la Federación Rusa existe un sistema de 43 campamentos infantiles donde se encuentran los niños ucranianos. En 32 de ellos, los niños reciben una reeducación en clases especiales, incluido el estudio de la versión rusa de la historia, la cultura y la sociedad. En algunos casos, los niños también reciben entrenamiento militar. Sin lugar a dudas, se puede afirmar que el objetivo de estas acciones es la integración de los niños ucranianos en la sociedad rusa.
Como se señaló anteriormente, un punto importante es la emisión simplificada de la ciudadanía rusa a los niños ucranianos. El 30 de mayo de 2022, el Presidente ruso, Vladimir Putin, adoptó el Decreto No. 330. El documento establece que los huérfanos, niños sin tutela paternal y las personas incapacitadas, que son ciudadanos de Ucrania o de así llamadas “repúblicas independientes” de Lugansk y Donetsk, adquieren la ciudadanía de la Federación de Rusia de forma simplificada. Al firmar este Decreto, el Presidente de la Federación Rusa aprobó oficialmente la política estatal de traslado por fuerza de los niños ucranianos a Rusia.
La adopción de los niños ucranianos por familias rusas es el paso final. Las acciones de Maria Lvova-Belova, Comisionada para los derechos del niño en la Federación Rusa, son muy ilustrativas: ella misma adoptó al adolescente Filip de Mariupol. En su canal de Telegram, el 21 de septiembre de 2022, la mujer anunció abiertamente que su hijo adoptivo Filip recibió la ciudadanía rusa. La Comisionada escribió que “para mi hijo adoptivo de Mariupol, este acontecimiento es una prueba de que ahora es “uno de nosotros”. De nuestro país, de nuestra sociedad, de sus coetáneos”. Algunas fuentes comentan que las familias que quieren adoptar a los niños de Ucrania deben tomar cursos adicionales de “formación ideológica”.
La adopción de un niño ucraniano por parte de la Comisionada de los derechos del niño puede ser considerada como “publicidad” o, incluso, como propaganda abierta de tales acciones entre la población rusa. El Instituto para el estudio de la guerra (ISW) también llamó la atención sobre el tema. En su informe del 16 de noviembre de 2022 señala que las fuentes y representantes rusos anuncian abiertamente la adopción ilegal de niños ucranianos por las familias rusas. Así llamados los “milbloggers” rusos lanzaron, en noviembre de 2022, una serie documental sobre varios niños ucranianos de Donbás adoptados por las familias rusas. La serie documental afirma que solo en 2022, los funcionarios rusos deportaron de Donbás a más de 150.000 niños.
Consiguientemente, las acciones de la Federación Rusa de ninguna manera pueden considerarse aleatorias o caóticas. Es un sistema bien construido. Por lo tanto, existen razones irrrefutables para creer que estas acciones tienen como objetivo la destrucción parcial o total del grupo nacional ucraniano, por lo que deben calificarse como genocidio.