Vasylenkove: un pueblo atravesado por la línea del frente
Los nuestros estaban estacionados en Bazyliivka, a cinco kilómetros de aquí. En Vasylenkove, las tropas rusas cavaron sus trincheras en los patios e instalaron sus equipos de artillería en la escuela local. De la escuela apenas quedaron las cenizas llenas de latas vacías y cartuchos de proyectiles disparados desde aquí hacía las posiciones ucranianas.
Construida en 1911, la escuela de Vasylenkove fue considerada una de las más antiguas de la zona. La belleza del edificio es visible incluso ahora, cuando el viento otoñal aúlla entre sus paredes quemadas.
Un laberinto de trincheras atraviesa el patio de la escuela. A juzgar por la cantidad de basura y latas: "Pate de hígado NO ESTÁ EN VENTA", los rusos se prepararon estas posiciones en serio y por mucho tiempo. Pero huyeron rápida y apresuradamente. Incluso dejaron un documento: un certificado de armas. A juzgar por el mismo, allí podría estar estacionada la unidad militar 55443 НЛ, ubicada en el pueblo de Kotovo de la región de Novgorod.
— La escuela se quemó en pleno verano, dice el alumno de secundaria Olexiy Sergienko, mostrando, orgulloso, en su teléfono un video del Internet, tomado desde un dron, de la llegada del proyectil.
Quizás Olexiy ahora es el único niño en Vasylenkove. No tiene donde estudiar. La escuela fue cerrada oficialmente la semana pasada.
— Vamos al pueblo vecino a matricularnos, dice su madre. Pero ahora la enseñanza es online y aquí no tenemos Internet. Así que no hay cómo estudiar. Esperaremos a Internet.
A finales de abril la gente de la parte norte del pueblo tuvo que abandonar sus casas, cuando la maquinaría enemiga entró a sus huertas y los rusos comenzaron a cavar trincheras cerca de sus casas, igual lombrices, dicen los vecinos.
— Colocaron los morteros en las huertas, preguntaron si el agua de los pozos era potable: tenían miedo de que estuviera envenenada. Buscaban micrófonos cerca de las casas para evitar posibles escuchas, recuerda Olexiy.
Según el chaval, los invasores establecieron tres bases en el pueblo: en una granja, en la escuela y en la zona del norte. Dice que al principio, antes de la primera rotación, las tropas se comportaban como tres ejércitos separados y no se llevaban bien, incluso, se disparaban unos a otros: “Aquí estaban los soldados de la RPD y RPL, los buriatos, los chechenos y los tayikos.”
Maria Yukhymivna, la abuela de Olexiy, se "evacuó" muy cerquita, a la casa de su hermana en el otro extremo del pueblo. Allí, dice, estaba un poco más segura. Pero quiere pasar el invierno en su propia casa, aunque haya mucho que reparar: una de las paredes fue atravesada, tiene ventanas rotas y el techo agujereado. Los rusos vivían en su casa. Le robaron el sofá. En la puerta de entrada pintaron una V latina, en el desván montaron un sitio para el francotirador y en las paredes del baño los soldados escribían poemas.
Hay un agujero en medio del patio.
— Este fue nuestro sótano, dice Olexiy.
— Después de que lo alcanzó un proyectil, los rusos montaron allí una trinchera. La camuflaron con sacos, le pusieron una cortina en la entrada para que no se viera desde un dron. Y luego cayó otro proyectil directo en el sótano. Y se acabó.
Olexiy muestra su colección de tesoros: cartuchos de balas, máscaras de gas, un casco militar, suficiente para equipar un museo. Todo lo peligroso, como las cajas con proyectiles dejadas por los ocupantes, se lo llevó el ejército ucraniano.
Hay cráteres de proyectiles tanto en el patio como en la huerta. Donde se ven las malezas altas, hay proyectiles sin explotar. Todavía hay mucho trabajo para los zapadores aquí, especialmente en los campos alrededor. Un hombre murió pisando una mina en el pueblo. El único que murió en Vasylenkove. Hubo heridos. Pero los vecinos los rescataron. Además, los invasores se llevaron a un joven "al sótano".
— Después de que la escuela fue bombardeada, los rusos se quedaron aturdidos. Ellos mismos dijeron que unos 50 de ellos murieron allí, recuerda Olexiy. Inmediatamente aplicaron el toque de queda a partir de las cuatro. Y los muchachos estaban parados en el patio. Los rusos comenzaron a revisar sus teléfonos y algo en el teléfono de Sasha no les gustó. Entonces, primero lo arrastraron por el pueblo, luego lo llevaron a Kupyansk. Pero después lo soltaron.
Actualmente los residentes están regresando a casa poco a poco. La electricidad acaba de ser restaurada. En algunos lugares se puede pillar la señal de Internet. La gente está tratando de tapar los agujeros en las paredes y en los techos antes de que llegue el invierno.
— Pasaremos el invierno como sea y en primavera pensaremos qué hacer. ¡Gracias a Dios, al menos no se me quemó la casa! Dice, alegre, María Yukhymivna. Esa vieja vivirá en su casa todavía.