Un francotirador mató a mi marido en Mariúpol

Nos encontramos con Olga Leus, residente de Mariúpol, en el centro SoyMariúpol en Lviv, donde estuvo el Grupo de derechos humanos de Járkiv para ayudar a los residentes de Mariúpol que viven en Lviv después de abandonar su ciudad natal.
Andriy Didenko12 Enero 2024UA DE EN ES FR IT RU

El Grupo de derechos humanos de Járkiv recoge pruebas de crímenes de guerra cometidos por Rusia, en particular, en Mariúpol. Olga Leus vivía a 5 minutos del Teatro Dramático. Su casa fue bombardeada y su marido fue asesinado por un francotirador. Nos encontramos con Olga Leus, residente de Mariúpol, en el centro #SoyMariúpol en Lviv, donde estuvo el equipo del Grupo de derechos humanos de Járkiv para ayudar a los residentes de Mariúpol que viven en Lviv después de dejar su ciudad natal.

Con todo nuestro corazón creíamos que esto no sucedería, pero sucedió. Llegó un proyectil a mi apartamento. Mi marido Volodymyr salió fuera a ver el estado del edificio. Por si tuviéramos que hacer las maletas y huir. Y en ese momento lo mató un disparo del francotirador.

Me llamo Olga Leus. El primer día de la guerra fue relativamente normal. Porque vivía y trabajaba en el centro de la ciudad. La guerra empezó en las afueras. Y hasta el final del día no estaba muy claro que sería algo muy grave.

¿Y dónde vivió? ¿En qué lugar?

Vivía justo en el centro de la ciudad, a cinco minutos a pie del Teatro Dramático.

¿En Mariúpol?

Sí, en la ciudad de Mariúpol.

Empezó mi jornada de trabajo. Alrededor del mediodía, ya comenzó a sentirse el pánico. Había colas en las farmacias, tiendas y cajeros automáticos. Las tiendas solo aceptaban efectivo y ya no aceptaban tarjetas. En las afueras se escuchaban los combates. En los distritos de Kalmius y de Livoberezhny. Con todo nuestro corazón creíamos que esto no sucedería, pero sucedió. Creíamos que la guerra terminaría en algún lugar lejos. La situación empeoraba cada hora. Las explosiones se escuchaban cada vez más cerca. Llegaban proyectiles y minas a edificios vecinos, cerca del cine “Peremoga”, donde cayó una mina. Al principio nos quedamos en casa porque allí nos sentíamos relativamente seguros.

El 20 de marzo llegó un proyectil a mi apartamento. El cuarto donde impactó ya estaba aislado con mantas porque hacía mucho frío. El proyectil impactó justo en nuestro apartamento. El cuarto quedó destruido.

Ese día mi hijo menor resultó herido: tenía entonces ocho años, quedó herido en una pierna. Ya se libraron combates en el centro de la ciudad y los ocupantes no nos permitían recibir asistencia médica. Alguien nos contó que en el Palacio de cultura [PC] “Molodizhny” (está enfrente) se instaló un hospital de campaña, y llevaban allí a todos los heridos. Fuimos allí, pero sin llevarnos al niño. Simplemente fuimos a recibir una consulta, a conseguir algún medicamento o material para tratarlo. Una joven habló con nosotros y nos dio recomendaciones de qué hacer. Al día siguiente (o en un par de días) el PC “Molodizhny” fue quemado. Ni siquiera sé qué pasó con esa gente allí, tengo la esperanza de que hayan logrado salir de ese edificio.

Ольга Леус, Маріуполь Olha Leus, Mariupol Ольга Леус, Мариуполь

Olga Leus, Mariúpol

Nuestro barrio fue bombardeado intensamente. La metralla impactaba en nuestra casa. Sentíamos como se estremecía. Era un edificio muy sólido de la época de Stalin. Pero en algún momento pensamos que había que dejar la casa. Porque teníamos miedo de que nos cayesen encima los pisos superiores.

Mi marido Volodymyr salió fuera a ver el estado del edificio. Por si tuviéramos que hacer las maletas y escaparnos. Y en ese momento lo mató un disparo del francotirador.

Escuchamos aquel disparo. Hubo uno o dos. Al recordar aquellos momentos, me pareció haber escuchado hasta su grito. Una sensación muy extraña. “Han acertado”, murmuré con una especie de sorpresa. Después de eso (el mismo día por la tarde), ya hubo combates callejeros en nuestra zona. No eran bombardeos con artillería de largo alcance: eran combates cercanos, cuerpo a cuerpo, con ametralladoras, algo así. Oímos y vimos a la gente corriendo. Vimos cómo nuestros militares rescataron a su herido. Durante mucho tiempo albergué la esperanza de que lo que había oído, fuera el grito de este soldado. Luego vimos que se lo llevaron a alguna parte.

Al día siguiente, cuando se tranquilizó todo un poco, la madre de mi marido Nina (vivía con nosotros), al escuchar unos pasos, salió a preguntar a alguien por mi marido... Ni siquiera nos permitimos pensar que él podía morir. Pensamos que tal vez hubiera entrado en el portal, o al refugio, o se hubiera escondido en algún lugar. Su madre lo encontró muerto, a su único hijo, en el portal de nuestra casa. Después de eso, no pudimos salir del apartamento por mucho tiempo (probablemente una semana), cocinamos en el portal, en una parrilla. Gracias a Dios había comida, algo de conservas. Los niños no pasaron hambre.

Teníamos mucho miedo, los aviones volaban sin parar. A veces más lejos, a veces más cerca. Se escuchaba el sonido de bombas aéreas, ya habíamos aprendido a distinguirlo todo: una mina de una bomba.

Tan sólo seis días más tarde, con la ayuda de los chicos que vivían en el refugio antiaéreo de nuestra casa, conseguimos enterrar a mi marido. Lo enterramos en el patio y erigimos una cruz ortodoxa. Nos despedimos de él lo mejor que pudimos.

Маріуполь, зруйнований ПК “Молодіжний”, фото: телеграм канал Маріупольська міська рада Маріуполь, зруйнований ПК “Молодіжний”. Фото з телеграм-каналу Маріупольської міськради Mariupol, the destroyed recreation center “Molodizhny”. Photo from the Telegram channel of the Mariupol City Council Мариуполь, разрушенный ДК “Молодежный”. Фото из телеграм-канала Мариупольского Горсовета

Mariúpol, Palalcio de Cultura “Molodizhny” destruido.Foto: Canal de Telegram del Ayuntamiento de Mariúpol

¿Tuvo algún contacto con el ejército de ocupación?

Muy poco. Una vez que llegaron a nuestro patio, la gente salió y empezó a hacer preguntas: por qué no había comunicación, ni información, ni noticias. Nos acercamos, no había mucha gente, quizás unas 10 o 15 personas estaban a su alrededor. Ellos, muy felices, nos dijeron que nos habían liberado. Que a partir de ahora todo nos iría bien.

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