En los sótanos de Borodyanka murió la gente que yo conocía. . .
Soy Valentina Torgonska, nací el 15 de diciembre de 1953. Viví en este edificio en el apartamento 13 desde que fue construido. Vivía sola. Tengo dos hijas. Fue difícil criarlas, pero poco a poco iba comprando todo lo necesario. Cuando me jubilé, mi apartamento tenía de todo. De repente Borodyanka fue escenario de una gran tragedia.
¿Se imaginó que podría haber una guerra a gran escala?
Ni lo pensé. Leía la prensa y veía YouTube, allí primero dijeron que Rusia nos atacaría el 15 de febrero. Pero me negaba a creerlo. Absolutamente. ¿Cómo así? Pues llegó el día 15... Y nada. Entonces dijeron que sería el día 20 y yo dije: “¡No puede ser!” Esperamos al día 20. Nada de nuevo. Y el día 24, por la mañana, empezó la invasión. Fue un shock.
¿Cómo fue el primer día de la guerra?
Me llamó mi hija mayor diciendo: “Mamá, nos atacaron. Vienen por Bielorrusia, justo hacía nosotros”. Entraban por las aldeas de Shybene, Berestyanka, supuestamente a Kiev. Pero los detuvieron, se dieron media vuelta y se dirigieron a Borodyanka. Ni siquiera pensé que iban a pasar por nuestro pueblo.
¿Cuándo apareció el primer tanque?
Las primeras máquinas aparecieron el día 26. Tenemos un barrio llamado Stáryky, lanzaron una bomba allí destruyendo una casa hasta los cimientos. Mataron a seis personas. Luego se movían por el pueblo disparando contra los edificios. Al principio yo no estaba en este sótano. Este edificio es el número 324 y yo estaba en el 332. Estábamos dentro escuchando el sonido de una ametralladora que llegaba de la calle: “Ta-ta-ta-ta-ta”.
¿Ha estado en el sótano todo el día sin salir?
De día salía para cambiarme de ropa y comer algo. Y a partir de las seis de la tarde bajaba al sótano.
¿Ha pensado en la evacuación?
No. No me imaginé una guerra de tal magnitud. Con los aviones tirando bombas. Con los tanques disparando contra edificios residenciales. En Borodyanka no hay empresas estratégicas, no hay nada, sólo la población civil. No me podía imaginar que atacarían a la población civil. El primero de marzo se fue la luz. Mi hija menor y su bebé pasaron la noche del 27 al 28 en nuestra casa. Porque no iba a bajar al sótano con un bebecito. Cuando desapareció la luz, mi hija mayor se los llevó a su casa. Allí cocinaban algo y comían. Mi yerno era coordinador, estaba en el balcón contando los vehículos que entraban y pasando la información a los nuestros. Nunca bajaba al sótano. Pero aquel día le llamaron y dijeron que bajara al sótano de inmediato. Ellos bajaron y de repente una bomba aérea impactó en el edificio de al lado. El primer portal de su casa quedó completamente arrasado y el suyo quedó parcialmente destruido. Salieron del sótano con el bebe y mi otra nieta de trece años y corrieron al campo con otras personas. Dijeron que era aterrador. Olor a guerra, todo en llamas, restos humanos esparcidos... Mi hija tenía el coche aparcado cerca de la casa. Se quemó, sólo quedaron el chasi y los discos. Mi yerno tenía su coche en el garaje y no le pasó nada. Lo sacó, recogió a los niños y se fueron a la aldea vecina de Zagaltsi. Y yo, después de aquel bombardeo, bajé a mi sótano. Pero entre las 20:10 y las 20:15 un misil explotó cerca de nuestra casa.
El ruido era tan tremendo, no puedo ni describirlo. ¡Qué horror! Se estremecieron las paredes, se nos caía todo encima, no se veía nada. Éramos unos 12 o 15, pensando que se acabó todo. Que estábamos bajo escombros.
Cuando todo se calmó un poco, empezamos a buscar una salida. Había dos salidas: una por cada lado. La gente salió, se marchó, pero mi vecina y yo nos quedamos porque no teníamos adónde ir. Pasamos la noche y al día siguiente me llamaron mis hijos diciendo que se pondrían en contacto con los de la defensa territorial para sacarme. Por la noche, un soldado de allí, Myshkin, entró en el sótano gritando si había alguien vivo. Dije que sí. Nos recogió y me llevó adonde estaban mis hijos, y a mi vecina y a su hijo los llevó a una guardería en Zagaltsi. Era un punto de recogida desde donde llevaban a la gente hacia el oeste. Así fue la situación. Me quedé allí tres días, luego nos llevaron a la región de Jmelnytskyi, entretanto mis hijas habían ido en coche (mi yerno y mis dos hijas) a Transcarpatia. Se quedaron allí una semana, luego mi yerno las llevó a la frontera y después regresó a Teofipol, porque sus padres vivían en Teofipol. Estuvimos allí todos juntos durante casi dos meses. Regresamos el 27 de abril, Borodyanka fue liberada el 1 de abril. Del 31 de marzo al 1 de abril.
¿Qué pasó con su casa?
Qué puedo decir, mi casa, la que está en esa foto, quedó muy destruida. Los muros de carga en el quinto piso se han separado. Se derrumbó una pared destrozando todos los muebles, se rompió todo, todas las cosas. Y lo que quedaba fue saqueado por merodeadores o los que estaban por aquí. Las cosas que reunía toda mi vida, para al final quedarme sin hogar. No tengo donde vivir, ni una cuchara, ni un tenedor, nada. Compré algo en las tiendas de segunda mano, así vivimos ahora. Ahora vivo en casa de mi hermana menor, en Simashko, 2. Ella está en el extranjero con su hija y sus dos nietos. Mi hermana menor está en Alemania y su hija, mi sobrina, está en Italia. Y cuándo vuelvan ¿qué hago? ¿Adónde debo ir? No sé dónde viviré.
¿Qué otros crímenes cometieron los militares rusos contra la población civil?
Escuché cosas, pero no las vi. Estando en el sótano, escuchamos los disparos, se movían de un lado a otro. Un edificio quedó completamente destruido. Mi amiga de la calle Simashko, que estaba en el sótano conmigo, dijo que habían fusilado a un vecino suyo.
Mataron a tiros al padre de un amigo de mi hija mientras conducía. Fue a dar de comer a los perros y le dispararon.
Mucha gente quedó bajo los escombros del edificio desplomado al lado de la casa de mi hija. Conozco personalmente a los que murieron en aquel sótano. Artem, del apartamento vecino, desapareció. Sin dejar rastro. No se sabe nada de él. Su abuela vivía en el edificio 371, allí destruyeron dos portales.También la están buscando, pero lo más probable es que quedó sepultada en el sótano. Supongo que su nieto Artem podría haber estado allí también.
¿Qué planea hacer en el futuro?
Vivir, pero no sé a quién recurrir. ¿Dónde vivir? ¿Dónde encontrar un hogar?¿Dónde? No lo sé. Aparecen los inversores diciendo: necesitamos dinero, tenemos a la gente para hacerlo. Y el dinero se da, pero se va. Y llevamos mucho tiempo peleando con las autoridades locales. Tenemos a un alcalde en funciones. Antes de la guerra, hemos derrocado al alcalde y se quedó uno haciendo sus veces. Durante la ocupación ni siquiera evacuó a la gente. Huyó. Y ahora anda por ahí recibiendo las delegaciones. Y pidiendo dinero.
¿Ha cambiado su actitud hacia los rusos?
¡Claro! Totalmente. Son gente desalmada, con la que es imposible comunicarse. Aquí vivía una mujer de Jabarovsk (Rusia), yo era amiga de ella. Vivió con su marido aquí durante más de veinte años. El hombre era de Borodyanka, pero murió hace cinco años. Ella siempre venía aquí en verano. Pasaban aquí todos los veranos, tres o cuatro meses al año. Ella sabe como es la actitud de la gente ¡Nada de nacionalistas, nada! Ahora vive en Jabarovsk, me llamó.
Le digo: “Oye, ¿por qué no os levantáis? Nos están bombardeando las casas.” Y ella: “No, porque estamos con Putin”.
Le respondo: “Cariño, después de esto no quiero volver a hablar contigo nunca más. No quiero saber nada de tí. No me llames, no me escribas.” Luego volvió a escribirme enviando la información diversa de que son los Estados Unidos o la OTAN. Si no hubiéramos atacado nosotros, la OTAN nos habría atacado. No suelo usar palabrotas, pero entonces le escribí de todo diciendo: “¡No te conozco! ¡Para mí estás muerta! ¡Se acabó!” Esto es lo que siento por los rusos que apoyan a Putin. También hay alguno que nos apoya a nosotros, pero en su mayoría son así...