No llegó a sus 53 años: un residente de Trostyanets cuenta la detención y el asesinato de su esposa
Igor Ivanov, residente de Trostyanets, todavía no cree que su esposa ya no está. Durante la ocupación rusa del pueblo, su esposa de pronto quedó detenida y luego, durante mucho tiempo, no se supo nada de ella. Después de la desocupación de Trostyanets, los policías encontraron su cuerpo enterrado y tan mutilado que, según Igor, era difícil de identificar.
Igor, cuéntenos cómo fue la ocupación rusa de Trostyanets.
Inesperada. Miré por la ventana por la mañana y vi pasar los tanques por delante. Vivimos en la calle Lunina, a 5 o 6 metros [de nosotros] ya había tanques. Maquinaría, vehículos blindados, camiones de combustible. Nuestros hijos vivían en una calle paralela y nosotros vivíamos en otra casa. Bueno, cruzabamos de un lado a otro por el jardín, no se veía nada. Ni siquiera me di cuenta de cómo se fue [la mujer], adónde se fue, por qué se fue. Entonces desapareció la telefonía. Durante tres días no hubo comunicación. Se cortó la electricidad, las antenas no funcionaban. La iba buscando por todas partes. Luego entró el ejército ucraniano y, pasados unos tres días, empezó a funcionar el departamento de policía, entonces puse la denuncia de su desaparición. Al cabo de otros dos meses me llamaron para identificar el cuerpo.
Fue descubierto por accidente, en una fosa de medio metro. Era difícil de reconocer, pero había detalles característicos de ella que reconocí.
¿Entonces su esposa fue detenida?
Sí, aquella tarde detuvieron a más gente, que yo sepa unas 10-15 personas. No sé qué pasó allí. Le dispararon a la cabeza. Hay un informe forense. Solo sabe lo que pasó el que le disparó.
¿Dónde quedó detenida?
Aquí en Trostyanets tenemos unos almacenes de grano en el elevador. En un granero.
¿Qué hacía su esposa?
Ella era una pequeña comerciante. Entonces nos dedicamos a cultivar y vender flores. Teníamos un negocio de floristería. No era muy grande, acabamos de empezar. Pero todos los vecinos de Trostyanets la conocían. También había trabajado durante mucho tiempo en una ferretería. Yo en mi tiempo trabajé en el servicio municipal de gas.
¿Y cuáles podrían ser los motivos de su detención?
No lo sé. Tal vez ya fuera el toque de queda, no lo sé. Ella salió acerca de las 16:00 horas, y el toque de queda, al parecer, comenzaba a las 17:00 en la época de la ocupación. Y no recuerdo hasta cuándo, probablemente, hasta las 8:00 de la mañana. En general, cualquier movimiento era indeseable, tal vez [ella] se retrasara en algún lugar, no lo sé.
¿Por qué decidió quedarse en el pueblo y no intentó salir?
Esperaba que ella volviera. La estaba esperando ¿Y adónde me voy? ¿No sé adónde ir? Mi familia vive en los Urales. Mi madre todavía vive. No hay como ir allá. ¿Adónde más puedo ir? Ya me quedo por aquí. Quizás regresen mis hijos. Quizás hacía primavera. Ahora están fuera. En la parte norte del globo.
¿Cómo fue su vida durante la ocupación? ¿Faltaban alimentos, por ejemplo?
Al principio, nos movíamos a la luz del día. Caminando, para no tener problemas. Según tengo entendido, ellos eran recién reclutados. Eran jóvenes. Un poco mayores de los 20. También los había mayores. Pues sí ya se veían algunos casos: el primer día dispararon contra un coche en la estación. El coche se quedó allí tres días, no lo dejaban llevar y no permitían recoger los cuerpos para enterrar. También se veía algún proyectil metido, algún que otro balazo ciego. Salíamos tan sólo si fuera necesario comprar algo. Los primeros días todavía se podía comprar algo y una semana más tarde ya estaban todas las tiendas abiertas y la gente se lo había llevado todo. Las tiendas ya estaban vacías.
¿Entraban en las casas?
Al principio no, no lo escuché. Apenas se movían los convoys. El día 16, al parecer, llegó el personal de Donetsk. Entraron y revisaron mi pasaporte. Revisaron el teléfono, las fotos. Ocuparon los lugares en las alturas del pueblo. Dicen que allí había un francotirador. Yo mismo no lo vi, pero a los militares que estaban cerca sí que los vi. E iban por las casas. Pero con nosotros fueron “amigables”, por así decirlo. Estaba todo tranquilo. Sin agresión, no voy a mentir. Escuché que en otros pueblos maltrataban a la gente. A veces entraban y se llevaban algo porque tenían poca provisión. No había mucho que llevar: todo empezó tan de repente que la gente tampoco tenía provisiones. Solo lo que había en las bodegas: patatas, zanahorias y conservas. Nada más. Entonces la gente no se preparaba para tal cosa. No estaba preparada.
El Grupo de derechos humanos de Járkiv proporcionó ayuda material a Igor Ivanov y recogió su documentación para denunciar el caso ante las autoridades judiciales internacionales. Durante nuestra estancia en Trostyanets, más de medio centenar de personas, que perdieron a sus seres queridos, sus hogares o quedaron heridos a causa de las hostilidades rusas, acudieron a nuestros abogados.