Una condición necesaria

El discurso de Alexander Cherkasov en la conferencia organizada el 6 de julio de 2022 por el Comité de Matemáticos junto con el Centro de Derechos Humanos “Memorial” en apoyo a Azat Myftakhov.
Alexander Cherkasov04 Septiembre 2022UA DE EN ES FR IT RU

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Aleksandr Cherkasov, Presidente del Consejo del Centro de Derechos Humanos “Memorial”. Foto: TASS

Azat Miftakhov, estudiante graduado de la Facultad de Mecánica y Matemáticas de la Universidad Estatal de Moscú, fue sentenciado a seis años de prisión por atacar la oficina del partido Rusia Unida. El pasado 6 de junio tuvo lugar conferencia organizada por el Comité de Matemáticos junto con el Centro de Derechos Humanos “Memorial” en apoyo al joven científico. En este evento, Aleksandr Cherkasov, Presidente del Consejo del Centro "Memorial", habla sobre la relación que existe entre las represiones políticas en Rusia y su guerra contra Ucrania.


Les agradezco la invitación. Este encuentro está dedicado a Azat Miftakhov, pero no hablaré de su caso particular: todos los reunidos conocen tanto su nombre, como su caso.

En general, después del 24 de febrero de 2022, cuando Rusia comenzó la guerra a gran escala en Ucrania, es casi imposible hablar de otra cosa que no sea la guerra. O, si les parece una declaración demasiado fuerte, entonces es imposible hablar de algo sin hablar de la guerra en Ucrania. Pero también es cierto que, al hablar de la guerra en Ucrania, de las decenas de miles de muertos y millones de refugiados, de los crímenes de guerra y de lesa humanidad, no hay que olvidarse de las causas de esa guerra. De las condiciones que hicieron realidad esta guerra impensable.

Mientras tanto, los presos políticos y la represión política en Rusia son una de estas condiciones.

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Un Estado que viola los derechos humanos en el ámbito nacional de forma brutal y extendida, tarde o temprano se convierte en una amenaza a la paz y a la seguridad internacional. Es un teorema que, al parecer, ha sido finalmente probado por la experiencia de la Segunda Guerra Mundial. Sobre la base de esta experiencia se construyó un sistema de cooperación internacional, un sistema de organizaciones internacionales que debería haber evitado que se repitiera lo de 1939. Fue imposible evitarlo: hoy hay una nueva guerra en el centro de Europa.

Hoy parecen ingenuas las preguntas: ¿por qué no se ha iniciado el procedimiento revocatorio presidencial en Rusia? ¿Por qué no hay discursos de los líderes de oposición en el parlamento, no hay campañas contra la guerra en los medios de comunicación nacionales? Los sistemas parlamentarios y partidarios rusos se iban desmantelando durante años, quedan tan solo las decoraciones. El Estado controla los medios de comunicación, convertidos en una herramienta de propaganda. Las comunicaciones inversas, que iban a evitar la guerra, no funcionaron. ¿Por qué no lo consiguieron, no tuvieron tiempo, no intentaron detener el proceso de transformación de Rusia en un agresor, en un "enfermo de Europa"? Es un tema doloroso aparte.

Pero la pregunta que no para de surgir en todos estos meses: ¿por qué no hay manifestaciones populares contra la guerra en Rusia? ¿Por qué es tan eficaz el control estatal de la sociedad? Una de las razones es la represión política, la condena penal y el encarcelamiento por actividades pacíficas. Pero también hay un contexto importante que hace tan efectivas estas represiones.

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Ante todo, es el terror político.

Efectivamente, desde 1996 Rusia no tiene la pena de muerte. Pero mencionaré algunos nombres: la periodista de Novaya Gazeta Anna Politkovskaya, el abogado y activista de la izquierda Stanislav Markelov, la colaboradora del “Memorial” Natalya Estemirova. Todos lucharon contra los secuestros y detenciones forzadas de personas en la zona de conflicto en el Cáucaso, en Chechenia, y todos fueron asesinados. El político opositor Boris Nemtsov, uno de los líderes del movimiento contra la guerra en Rusia desde 2014. Asesinado. Parecería que estas y otras muertes de periodistas, activistas y opositores podrían atribuirse a los grupos marginales o a las autoridades de Chechenia. Pero tras el intento de envenenar a otro líder de la oposición, Alexei Navalny, se reveló la existencia de un verdadero sistema estatal ruso de asesinatos políticos con el uso de venenos. Navalny sobrevivió al envenenamiento, lo investigó junto con Christo Grozev, regresó al país y ahora está encarcelado.

¿Por qué estoy hablando de asesinatos políticos? Parece un tema muy específico y singular. Pero este "tema tan singular" es clave para el resto, así como el punto de "singularidad esencial" de una función caracteriza su comportamiento en otros puntos, y sobre todo en el dominio de la definición. Estos asesinatos marcan toda la sociedad. Del mismo modo, los secuestros de personas — una práctica generalizada y sistemática durante y después de la Segunda Guerra Chechena — dejaron su huella en la Chechenia de hoy. Valentin Turchyn, científico y disidente soviético, tituló su trabajo sobre la sociedad soviética del período post-stalinistta "La inercia del miedo", publicado por Samizdat en 1968. Incluso ahora, hablando de Chechenia, de los "soldados de Kadyrov", de la omnipotencia de Ramzan Kadyrov, debemos recordar a muchos miles de desaparecidos, cuyas muertes sentaron las bases de la actual "estabilidad" y gobernabilidad de Chechenia.

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En Rusia todos que se oponen abiertamente a la guerra son arrestados y procesados.

Vladimir Kara-Murza, otro político ruso que sobrevivió a dos intentos de envenenamiento por parte de agentes federales, activamente promovía en el mundo el tema que discutimos aquí, el de los presos políticos rusos. Ahora está arrestado por denunciar la guerra en Ucrania. Lo hizo en los EEUU profundo, en Arizona — y ahora está en una prisión rusa.

El 7 de julio, en Moscú se reúne la próxima sesión judicial sobre el caso del diputado municipal moscovita, Alexei Gorinov. En el consejo municipal habló sobre la guerra, sobre las víctimas de la guerra, sobre los niños asesinados y por eso fue arrestado. Y cuando se dicte su sentencia, lo más probable es que sea dura [el 8 de julio, Gorinov fue sentenciado a 7 años de prisión].

A decenas de personas se les incrimina un nuevo artículo del Código Penal: "las falsedades sobre el ejército”. Los matemáticos apreciarán esa lógica: cualquier afirmación que no corresponda a las declaraciones oficiales de los representantes oficiales del Ministerio de Defensa se declara falsa en Rusia.  Te pueden sentenciar a 10 años de prisión por esto.

Otro diputado de Moscú, Ilya Yashin, desde hace meses expresa directa y sistemáticamente su posición antiguerra. Ahora está arrestado por un caso administrativo falseado. Pero, muy probablemente, el caso administrativo es el supuesto "lema" policial anterior al "teorema" que se probará utilizando el artículo 207.3 del Código Penal. Primero el hombre queda detenido por una infracción administrativa y, mientras tanto, se preparan los materiales para abrir un caso penal de “falsedades sobre el ejército, hasta 10 años de prisión".

Aquí me gustaría llamar su atención sobre el segundo punto clave: la correlación e interrelación de las represiones administrativas y criminales en la Rusia de hoy. Esta proporción y esta estructura son comparables a lo que ya existía a final de la época soviética, desde finales de 1950 hasta finales de 1980.

En el período posterior a Stalin, las autoridades de la Unión Soviética se enfrentaron a un problema: ¿cómo controlar la sociedad (incluso en el estado con la "inercia del miedo") sin utilizar represiones masivas? La gente al poder recordaba perfectamente su propio miedo. Recordaron que las represiones se descontrolan fácilmente. Como resultado, en 1959, se introdujo un sistema "preventivo", cuando para una persona condenada "por motivos políticos" conforme el Código penal, había unas cien personas "prevenidas" que eran objeto de represión extrajudicial, administrativa, extraoficial, pero con una inevitable amenaza de represión penal si continúan sus actividades.

En el sistema represivo construido en los últimos meses y años se reproduce una lógica similar, si no la misma.

Por asistir a un mitin o demostración se aplica el artículo 20.2.5 del Código Administrativo, con una multa de varias decenas de miles de rublos. Por repetir la participación se incrimina el artículo 20.2.8 del mismo Código, una multa de hasta 300 mil rublos, o hasta 30 días de arresto. Y si te detienen tres veces en el plazo de seis meses, puede ser objeto de aplicación del artículo penal 212.1: hasta cinco años de prisión. Este artículo también se llama "Dadinski", por el apellido del activista Ildar Dadin, el primer condenado después de su aplicación.

Al comienzo de la guerra en Ucrania, el 4 de marzo de 2022, se crearon los artículos especiales por "desacreditar al ejército ruso": artículo 20.3.3 del Código Administrativo (aplicando una multa de hasta 50 mil rublos, o hasta un cien mil si convoca a manifestaciones públicas), y el artículo 280.3 del Código Penal (hasta cinco años de prisión).

Es decir, aunque no ponga la palabra "prevención" en ninguna parte, la perspectiva “penal” en el caso de continuar las actividades en ambos casos queda obvia.

Durante las protestas de los últimos meses se registraron las infracciones administrativas de muchos miles de personas [al 10 de julio, según datos de OVD-Info, "han sido detenidas 16.334 personas por expresar su posicionamiento antiguerra desde el 24 de febrero"], principalmente, se les incriminan los artículos administrativos. "Por desprestigiar al ejército" — más de dos mil quinientos [2.876 casos en la primera instancia al 10 de julio]. Todas estas personas no han sido condenadas, ni siquiera acusadas de cargos penales, pero ya están bajo la amenaza de serlo si vuelven a expresar su opinión públicamente.

Al mismo tiempo, ni siquiera es necesario que sean detenidos por la policía. Vivimos en el siglo XXI, con tecnologías avanzadas, y en Moscú existe un sistema de reconocimiento facial a partir de cámaras instaladas en las calles y en el metro. El año pasado, las grabaciones de estas cámaras se utilizaron para montar los casos administrativos "por mítines y demostraciones". Hace un mes, el 12 de junio, usando datos de éstas cámaras, la policía detuvo a personas que no iban a ningún mitin, simplemente entraban al metro para ir al centro de la ciudad.

Destacaré un punto más que divertirá a los matemáticos. El caso de la responsabilidad "graduada" — primero los cargos administrativos, y solo después- los penales. En la segunda etapa, en un tribunal penal, las condenas de los cargos administrativos anteriores (es decir, las evidencias bastante más “livianas”) se utilizan como prueba para condenas penales posteriores. En los procesos administrativos no existe la misma defensa que en los penales, y el propio juez presenta la incriminación (es decir, el juez y el fiscal son la misma entidad). Los tribunales utilizan el método de multiplicar sentencias basadas en protocolos falseados por la policía, pero luego estas sentencias se toman en cuenta como una prueba válida, estableciendo el así llamado "perjuicio administrativo".

Es decir, hablando de la represión política en Rusia hay que tener en cuenta la “parte oculta del iceberg”: gente no condenada, pero sí amenazada con una condena.

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La tercera, en orden, pero no por su importancia, es una circunstancia importante: las condiciones de detención durante la diligencia judicial y después de la condena. Es decir, torturas, trato inhumano y castigos degradantes. Aquí cito algunos ejemplos de lo que está sucediendo actualmente.

El parlamentario mencionado anteriormente, Aleksey Gorinov, considerado preso político por el "Memorial", fue recluido en una celda con cuatro camas para siete personas. No podía dormir bien y, al estar enfermo, no recibía el tratamiento y la atención necesarios.

Segundo ejemplo. El físico Dmitry Kolker fue arrestado por el Servicio de Seguridad Federal (SSF) el 30 de junio. No nos dio tiempo de incluirlo en las listas de presos políticos. Tenía cáncer en el estadio IV, lo sacaron del hospital y al tercer día murió en la prisión de Lefortovo.

Aquí debo decir que incluso en los tiempos soviéticos más crueles, cuando Yuri Andropov era el dirigente de la URSS, el KGB trataba no detener a los que tenían enfermedades oncológicas graves. En 1983, cuando fue "desmantelado" la Fundación de ayuda a presos políticos de Solzhenitsyn, no arrestaron a su gerente, Andrey Kistyakovsky, porque tenía una enfermedad terminal. Puedo continuar con esta lista. Antes esto se consideraba indecente a los ojos del mundo entero. Ahora ya no lo es. Al contrario: todo el mundo sabe que hasta un enfermo moribundo puede acabar en la cárcel.

El tercer ejemplo. El otro día se supo en qué condiciones se encuentra recluido el preso político Alexei Navalny. Para él se creó “una cárcel dentro de otra cárcel" de alta seguridad. Con un muro de seis metros, totalmente aislado. Con las condiciones insoportables para una persona que sufre dolores de espalda, tanto durante, como después del trabajo. Escuchar canciones que glorifican al SSF. Estar sentado, durante horas, con un retrato de Putin en frente. Probablemente sean mejores que las condiciones “especiales” creadas para Navalny en la prisión anterior. Pero hay que tener cuenta que Navalny es un personaje de resonancia pública.

Con los presos políticos "comunes" todo es más fácil. El mencionado antes Ildar Dadin fue torturado durante los interrogatorios por el personal carcelario. No es ninguna excepción: la tortura en las prisiones rusas es parte del sistema desde hace mucho tiempo, no solamente para los presos "políticos", sino para todos que no quieren doblegarse.

De la misma manera, las torturas durante la diligencia judicial son parte del sistema desde hace mucho tiempo. Ya he mencionado el "desmantelamiento" de la Fundación de ayuda a presos políticos en 1983, pues su segundo director, Sergei Khodorovich, tras ser detenido, fue objeto de torturas durante seis meses en el centro de Moscú (Petrovka) pero el "trabajo sucio" lo hacían sus compañeros de celda, los criminales que cooperaban con la investigación. Se llamaba la "cámara de presión" y todavía existe. Pero hoy en día, a diferencia de los tiempos soviéticos, la tortura "sin intermediarios" aplicada por "el personal uniformado", por interrogadores y agentes, ya es parte del sistema.

No es ningún secreto: en general, todo el mundo sabe que en Rusia torturan. También lo saben los que salieron a protestar contra la guerra en Ucrania.

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Resumiendo, puedo decir que las represiones políticas, las condenas penales por actividades pacíficas, se han convertido en la herramienta clave de la gestión e "ingeniería social" en Rusia. Y, sobre todo, ahora es una forma de represión de los movimientos contra la guerra.

Más de cincuenta procedimientos criminales de este tipo [al día 10 de julio son 58 casos procesador según el art. 207.3 en diferentes etapas de la diligencia], pero estas represiones afectan indirectamente a miles de personas con sentenciadas administrativas, de forma “preventiva” al estilo soviético tardío.  Tal "prevención" sería ineficaz sin una represión criminal continua, sin campos, prisiones y "centros psiquiátricos", como argumentó Yury Andropov en una reunión del Comité Central del PCUS.

Ese contexto nos ofrece un punto de mira diferente al número de presos políticos en la Rusia de hoy: unas quinientas personas. ¿Es mucho o poco? Después de todo, si las represiones tienen algún propósito, entonces ese propósito no es "encarcelar a todos", sino "controlar a todos, encarcelando a unos pocos".

Hablando de "control", también hay que considerar que las torturas y los tratos inhumanos (tanto durante la diligencia, como después de la condena) son parte del sistema, así como la práctica de asesinatos políticos (que, de cierta forma, sustituyeron en Rusia la pena de muerte que existía en la URSS).

La "prevención" es ineficaz sin la represión criminal, el control social es imposible sin la represión, la guerra es imposible sin la represión.

Y el último. El número de ciudadanos ucranianos capturados y detenidos en Rusia es más de seis mil personas. Los presos ucranianos están recluidos en las mismas prisiones, aunque sea por separado. Son interrogados por los mismos investigadores. Los torturan de la misma manera que a los ciudadanos de Rusia.

La represión es una condición necesaria para la guerra. La tortura y los asesinatos políticos son la esencia de una represión eficaz. Entonces, la lucha por la libertad de presos políticos, la lucha contra torturas y asesinatos políticos en Rusia es una parte integral de la lucha por la paz.

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