Oleadas de terror ruso

El año 2025 se ha convertido en un récord absoluto en cuanto al número de drones y misiles que Rusia ha dirigido contra las ciudades de la retaguardia en Ucrania. Solo en los primeros once meses de 2025, los ocupantes lanzaron cuatro veces más Shakheds que el año anterior. Además del aumento cuantitativo, el enemigo ha implementado una nueva táctica. Si en 2023—2024 las alertas aéreas duraban 2—3 horas con un pico de ataques que no superaba la hora, ahora las alertas se prolongan de 10 a 12 horas, y en ciudades cercanas al frente, incluso mucho más. El enemigo lanza drones y misiles en varias oleadas a lo largo de la tarde, la noche y la madrugada, lo que provoca ataques prácticamente ininterrumpidos en algunas ciudades durante periodos muy largos.
El punto álgido del uso de estas “oleadas” llegó en el verano de 2025, cuando el enemigo llegó a lanzar más de 700 drones de ataque en una sola ofensiva, en particular contra la capital. En años anteriores, una cantidad similar de drones podía emplearse durante todo un mes. Los recientes ataques de octubre y noviembre de 2025 confirman que el enemigo sigue recurriendo a ofensivas masivas y prolongadas.
Esta táctica afecta no solo a la eficacia de la defensa antiaérea, sino también a la seguridad de la población civil. Además de obligar a los habitantes a pasar entre 8 y 12 horas —a veces más— en refugios, cuando un dron impacta en un objetivo civil, el trabajo de los servicios de emergencia se vuelve extremadamente difícil.

Un ejemplo claro de este problema fue el ataque del 17 de junio de 2025, cuando un misil ruso alcanzó un edificio residencial en el distrito de Solomianskyi, en Kyiv, provocando el derrumbe de todo un portal y dejando a numerosas personas bajo los escombros. Los servicios de emergencia (DSNS) llegaron al lugar minutos después del impacto. Sin embargo, la ofensiva aérea continuaba: los drones enemigos seguían atacando la misma zona, golpeando una y otra vez durante varias horas.
En casos de grandes destrucciones y derrumbes, es necesario desplegar de inmediato equipo pesado, grúas, camiones y vehículos de bomberos. Todo esto debe hacerse en medio de un ataque continuo. Tras varios incidentes en los que rescatistas resultaron heridos por nuevos ataques, el DSNS introdujo un protocolo: los equipos reciben información del cuartel general sobre la dirección de las amenazas aéreas, y si estas se dirigen hacia su zona de trabajo, las labores deben suspenderse inmediatamente y el personal debe buscar refugio.
El 17 de junio, las operaciones de rescate tuvieron que interrumpirse y reanudarse al menos cinco veces durante la noche, con largas pausas mientras misiles y drones sobrevolaban el edificio destruido. Esta demora afecta directamente a las posibilidades de supervivencia de los civiles atrapados bajo los escombros.

Aún peor es la situación en ciudades cercanas a la frontera o a la línea de combate, donde el enemigo puede lanzar ataques de precisión. En el verano de 2025, el DSNS pasó horas intentando comenzar el trabajo en Kostiantynivka, donde una bomba aérea rusa destruyó un portal de un edificio de varias plantas. Sin embargo, el enemigo ya tenía la capacidad de enviar drones FPV sobre la ciudad para impedir que los rescatistas iniciaran sus labores. Cada vez que los equipos del DSNS se acercaban al lugar, los drones intentaban atacarlos. Este tipo de táctica puede prolongarse durante muchas horas. Rusia ya dispone de drones con cámaras nocturnas y modelos capaces de operar con cualquier clima, incluida la lluvia o una densa niebla.
Ya en 2024, las tropas rusas empezaron a aplicar la táctica de ataques repetidos contra lugares donde trabajaban los servicios de emergencia: atacar un objetivo civil, esperar a la llegada de médicos, rescatistas y policía, y luego lanzar un segundo ataque contra el mismo lugar. Esta táctica sigue empleándose en 2025. Hace muy poco, el 23 de octubre, los ocupantes ejecutaron un doble ataque contra la comunidad de Velykoburlutska, en la región de Járkiv: en la segunda explosión murió un rescatista y otros cinco resultaron heridos.
Este tipo de ataques presenta todas las características de crímenes de guerra. Las entidades de protección civil y las organizaciones humanitarias que prestan ayuda y no participan en hostilidades no pueden ser objetivos de ataque, algo claramente establecido en el derecho internacional humanitario. Uno de los documentos clave que define y regula esto es el Protocolo Adicional I de 1977 a las Convenciones de Ginebra.

Artículo 61 (Definición): La protección civil implica la realización de tareas humanitarias destinadas a proteger a la población civil de los peligros derivados de las hostilidades o de desastres naturales, así como a ayudar a eliminar sus consecuencias inmediatas.
Estás tareas incluyen extinción de incendios, operaciones de rescate, asistencia médica, evacuación y otras actividades humanitarias.
Artículo 62 (Protección general):
- Las organizaciones civiles de protección civil y su personal deben ser respetados y protegidos. Tienen derecho a realizar sus funciones salvo en casos de imperiosa necesidad militar.
- Las disposiciones del párrafo 1 se aplican también a las personas civiles que, aunque no sean miembros de las organizaciones civiles de protección civil, realicen tareas de protección civil a petición de las autoridades competentes y bajo su control.
- El Artículo 52 de este Protocolo se aplica a los edificios, instalaciones y materiales utilizados con fines de protección civil, así como a los refugios destinados a la población civil. Los objetos utilizados con fines de protección civil no pueden ser destruidos ni utilizados para fines distintos a su propósito directo, salvo por la Parte a la que pertenezcan.
Además, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional especifica que atacar deliberadamente bienes civiles —es decir, objetivos que no son militares— constituye un crimen de guerra (artículo 8(2)(b)(iii)).
Los ataques contra infraestructura civil o edificios residenciales son un crimen obvio. El año 2025 ya se ha convertido en un año récord en cuanto al número de civiles muertos en la capital, y la misma tendencia se observa también en otras ciudades.