Residente de Mariúpol: No se puede negociar con los rusos ni confiar en ellos. . .

Vitaly Bandrushkiv, habitante de la sufrida Mariúpol, se vio obligado a buscar refugio en Drogobych con su esposa y su hijo. Actualmente, nuestro interlocutor está luchando contra los invasores.
Leonid Golberg12 Noviembre 2023UA DE EN ES IT RU

Vitaly ¿qué hacía usted en tiempos de paz?

Soy ingeniero de profesión, pero casi todo el tiempo trabajé como profesor en la Universidad Técnica Estatal de Preazov.

¿Cuándo se topó con la guerra por primera vez?

En 2014, mi ciudad fue ocupada por los militantes de la República no reconocida de Donetsk dirigidos por Rusia. Fue una etapa muy tensa. Hasta que la ciudad fue liberada, había un periodo de hostilidades cuando intentaron ocupar Mariúpol, existía una amenaza del asedio de la ciudad. Mi esposa y yo, teniendo a un niño pequeño, no pudimos soportarlo, así que en septiembre de 2014 nos marchamos. Regresamos en 2015. Desde entonces vivíamos allí sabiendo que la línea del frente estaba cerca y, sin embargo, la ciudad estaba en el territorio controlado.

Intentamos ucranizar la ciudad de todas las formas posibles, ayudando a los militares y haciendo el voluntariado en general.

¿Estaba preparado para lo que sucedió el 24 de febrero?

Los militares y analistas nos advirtieron que esto sucedería, es decir, lo sabíamos y estábamos moralmente preparados. Pero es imposible física y materialmente prepararse para aquello.

En diciembre-enero ya se veía venir: podría pasar o no. Al final, el día 24 sucedió lo que se preveía: bombardeos con misiles, aviones en todo el territorio, etc.

Esperábamos que los rusos comprendieran que teníamos ayuda y que íbamos a resistir.

En la mañana del 24 de febrero nos enteramos de que había bombardeos en toda Ucrania y luego escuchamos que nos estaban bombardeando. Primero en las afueras: la parte oriental, desde el pueblo de Shyrokine, y el aeropuerto. Sabíamos que la ciudad estaba fortificada, especialmente por aquel lado, pero también sabíamos que sería difícil y que nos haría falta ayuda. Pero no esperábamos quedarnos cercados. Por eso, aunque sabíamos que habría una guerra, no nos preparábamos para irnos: mi esposa y yo tenemos a cargo a nuestros padres ancianos.

¿Cómo eran los días antes de dejar la ciudad?

El primer día fui a trabajar medio día, el segundo día intentamos comprar algo, porque empezaron los problemas de abastecimiento: la gente se llevaba todo, compraba alimentos...

Luego me di cuenta de que no había trabajo, me resultaba difícil estar en casa, así que unos amigos míos y yo fuimos al centro de voluntariado más cercano, para ayudar cargando y descargando cosas. También hubo turnos de noche para vigilar este lugar. Ayudamos a militares y a la policía. Ellos ya tenían problemas con el suministro, les faltaba comida caliente. Tanto policías, como bomberos trabajaron sin parar. Mientras hacían su trabajo, les ayudábamos en lo que podíamos.

A los tres o cuatro días surgieron los primeros problemas con la electricidad, luego se solucionaron y volvió la luz. Los servicios municipales todavía seguían funcionando.

Pero al cabo de un rato se fue la luz, desapareció el agua, había que ir a buscarla. No tenemos norias de agua como otras ciudades. Los servicios municipales empezaron a traer cisternas con agua, pero había colas enormes, la gente empezaba a rastrear lugares donde podría haber manantiales o pozos, porque la primera necesidad fue el agua.

Luego, a los pocos días, desapareció el gas. No de inmediato, primero en las zonas de ataques a las instalaciones de abastecimiento de agua. La gente empezó a pasar mucho frío. Nuestro barrio, afortunadamente, fue uno de los últimos donde se cortó el gas. En cuanto a nuestra familia, vivimos con la familia de mi hermana en la misma casa, pero tenemos entradas diferentes. Hacía frío, nos juntamos todos en una habitación intentando calentarnos con calor corporal. Aguantamos tres o cuatro días, luego las temperaturas bajaron y nos mudamos a casa de mis padres, que viven en las afueras de Mariúpol. Tenían calefacción por estufa y todavía se podía encontrar leña.

Desde el momento en que se fue el gas, toda la ciudad se armó de sierras y hachas: cortaban árboles para cocinar, para calentarse. Peor lo pasaban aquellos que vivían en edificios de gran altura, porque tenían que hacerlo en el patio. Cuando iba a ver a mis amigos, llevaban puestos sombreros y chaquetas, la temperatura en sus apartamentos estaba a cero grados. Para Mariúpol no era muy normal: durante la semana por las noches la temperatura bajaba de seis a diez grados negativos ...

Cuando se cortó la luz, empezaron los problemas con la conexión, los móviles se quedaron sin batería. Fue más fácil para los que tenían generadores. Tuve que buscar a esa gente y esos lugares. Mi teléfono lo cargaba en el centro de voluntariado.

Después empezó a fallar la conexión. Al principio pensamos que no funcionaban los transmisores, pero los militares dijeron que alrededor de Mariúpol colocaron supresores de la señal, por lo que no teníamos conexión. En algunos lugares aparecía la señal, la gente compartía la información y salía a leer las noticias, a enterarse de lo que pasaba, porque ya había comenzado el bloqueo informativo. Ahora, como saben, hay un bloqueo total y sólo existen los medios rusos.

Al mismo tiempo, pararon las transmisiones de radio desde Ucrania y solo quedaron las estaciones de radio de RPD.

Зруйнований Маріуполь, фото: Pavel Klimov, Reuters Zerstörtes Mariupol, Foto: Pavel Klimov, Reuters Destroyed Mariupol, photo: Pavel Klimov, Reuters Разрушенный Мариуполь, фото: Павел Климов, Reuters

Mariúpol en ruinas. Foto: Pavel Klimov, Reuters

¿Cómo salieron de la ciudad?

Salimos todos en mi coche: cuatro adultos y tres niños. Conduciendo 11 horas desde Mariúpol a Zaporizhia. Fue difícil: no esperaba coger el coche en invierno, lo tenía aparcado en el garaje con neumáticos de verano, sin combustible, sin gas. Pero a pesar del frío y la nieve, llegamos a Zaporizhia con neumáticos de verano. De milagro nos alcanzó el combustible, los últimos metros ya íbamos con la luz roja parpadeando.

En Zaporizhia nos recibieron y nos dieron de comer en el hipermercado “Epitsentr”, donde pasamos la noche.

En Dnipro ya nos estaban esperando en casa de nuestro cuñado. Allí nos quedamos durante una semana. Buscando opciones donde vivir y trabajar. Algún lugar más o menos seguro de Ucrania.

A través de algunos amigos encontramos alojamiento temporal en Sambor y Drogobych. Así que alquilamos un apartamento en su ciudad. Ahora estamos los siete juntos de nuevo.

¿Cómo era Mariúpol cuando dejó la ciudad?

Al salir, evitamos un bombardeo de milagro: tanto nosotros, como el coche, quedamos ilesos. Veíamos que alrededor de nosotros caían proyectiles. Vimos a los heridos, a las personas en coches ametrallados, ya conseguimos distinguir sonidos indicando que algo iba a caer cerca.

¿Qué vimos? Casas en ruinas en el centro. Vivíamos en la parte central. Y mis padres, en la aldea de Pischane, detrás del puerto.

En aquella época la ciudad fue bombardeada a diario, se veían los cráteres de proyectiles.

La primera semana, por ejemplo: no hubo comunicación con mis padres en Pischane, fui a verlos, comprobar que no había bombardeos, todo estaba bien tranquilo allí. Cuando llevé a la abuela de mi mujer tres días después, ya vi las huellas de proyectiles. Es decir, bombardearon una aldea donde no había instalaciones militares.

Además, para el momento de nuestra salida el puerto no fue bombardeado, pero la aldea, conocida por su festival, sí lo fue a fondo. En particular, los fascistas rusos bombardearon la central eléctrica: es decir, fue un bombardeo directo desde el mar.

El 15 de marzo estaba preparando leña y agua para la casa de mis padres, porque ya estábamos allí 11 personas. Al día siguiente, un día antes de nuestra salida, vimos convoyes de coches avanzando hacia la salida. Según tengo entendido, no se trataba de un convoy humanitario organizado, sino que la gente se organizó para salir. Incluso más tarde aparecieron allí los puntos de control.

Pasamos por la calle Metalurgiv, que atraviesa toda la ciudad. Vi que todos los edificios de mi universidad tenían señales de metralla. En general, era extremadamente difícil conducir por el centro, todo estaba lleno de cristales rotos, casas sin ventanas, casas medio o completamente destruidas. Todo el centro de Mariúpol quedó destruido. En el lugar de un pasaje subterráneo había un cráter de diez metros de ancho y cuatro o cinco metros de profundidad.

Fue el día diez (marzo — ed.). Luego dijeron que los aviones enemigos comenzaron a “arrasar” el centro de nuestra ciudad.

Cuando fui al centro de voluntariado para enterarme de las últimas novedades, la policía dijo que la gente salía por su cuenta y riesgo. Averigüe una ruta posible. En ese momento llegó un chaval que había escapado del Teatro, recién bombardeado...

Así que decidimos intentar salir, aunque fuera arriesgado, atravesando el territorio ocupado.

A pesar de la mala conexión, nos comunicaron que existe un corredor para vehículos privados siguiendo la ruta indicada.

Y de hecho, antes de partir, vi la ciudad en ruinas, y luego me enteré de que entónces el 70 por ciento de las viviendas ya habían sido destruidas...

¿Quién de los suyos se quedó en Mariúpol?

Se quedaron mi padre, mi madre, mi hermana está con ellos, porque estuvieron enfermos el año pasado. Y la abuela de mi esposa. El padre de mi esposa vivía en el pueblo de Talakivka, perdimos contacto con él el 26 de febrero y desde entonces no hemos vuelto a saber nada de él...

¿Por qué los ocupantes hacen esto con Mariúpol?

Al parecer, no pudieron tomar la ciudad tan rápido como pretendían, porque los militares la defendieron. Los ocupantes entraron a las afueras y luego les pararon.

Por eso empezaron a bombardear a la población civil, para que cundiera el pánico, para que la gente saliera, para presionar a los militares, que también tenían a sus familiares en la ciudad. Tanto los militares como los civiles recibieron SMS de números rusos exigiendo su rendición.

Los fascistas rusos dijeron que bombardearon la base de Azov, pero en realidad los primeros objetos “militares” bombardeados fueron una escuela y un edificio de nueve pisos ubicado cerca de la base de la defensa territorial local.

Es difícil decir si lo hicieron a propósito o por error, porque el 90 por ciento de las escuelas de la ciudad fueron destruidas, así como las siete universidades de Mariúpol.

¿Tiene sentido negociar la paz con los rusos?

Conozco bastante bien la historia y estudiándola más a fondo a partir del 2014, creo que es imposible negociar con ellos. Las negociaciones en curso son puramente estratégicas y diplomáticas, pero no se puede confiar en ellos bajo ningún concepto.

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